Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.256**) la mayor parte del buen efecto de los sermones y a veces neutralizan y anulan todo el bien que se hubiera podido conseguir. Muchas veces son cosas sin importancia, chiquilladas, pero todas juntas, en semejante ocasión, resultan perniciosísimas. >>Me encontré en un pueblo en medio de una conversación entre personas distinguidas. Predicaba en la parroquia una tanda de ejercicios espirituales un predicador digno de toda alabanza por su piedad, su elocuencia y su doctrina, pero era en su pueblo natal y la conversación recayó sobre él. Un contertulio que estaba a mi lado saltó diciéndo: >>-Ese predicador, cuando chavales, era un niño bonito y yo le crucé la cara. >>-Sí? Cómo fue?, preguntaron todos. >>-Me insultó y yo le di un par de sopapos. Vinieron sus padres a mi casa y discutieron con los míos; y yo aguardé a aquel descarado fuera del poblado y añadí otras cuatro bofetadas a las dos primeras. Sí, sí; de pequeño hacía de las suyas; ahora, la verdad, es bueno, pero entonces, ah, entonces... >>Y no explicó su última frase. ((**It6.333**)) >>Yo quedé contristado por aquellas palabras, y acabé diciendo para mis adentros: esto confirma una vez más que nemo propheta in patria sua>>. A continuación, después de mencionar los gravísimos peligros que puede encontrar en su pueblo un clérigo bueno, pero poco firme en la virtud, preguntaba don Bosco: <<-Y adónde irá el que quisiera alejarse de su patria? Con qué medios se sustentará? Dónde encontrará el apoyo, el guía que le conduzca por un camino seguro?>> Y después de enumerar las necesidades espirituales y temporales de un sacerdote secular, pasó a demostrar que una congregación religiosa era el puerto seguro donde cualquiera, que tuviese vocación y deseo de guardarla, podía refugiarse. Allí encontraría paz, seguridad y todo otro bien, aun material. Entretanto se celebró solemnemente en el Oratorio la fiesta de la Inmaculada Concepción, y aquella noche anunció don Bosco en público que al día siguiente, viernes, tendría una conferencia especial en su habitación después de que los muchachos se fueran a descansar. Los que debían asistir a ella entendieron la invitación. Los sacerdotes, clérigos y seglares, que cooperaban con don Bosco en sus trabajos en el Oratorio y estaban al tanto de los secretos del Padre, presentían que aquella reunión iba a ser importante. (**Es6.256**))
<Anterior: 6. 255><Siguiente: 6. 257>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com