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((**Es6.218**) El domingo, fiesta de la Maternidad de María, los muchachos del Oratorio hicieron comunión general y ((**It6.279**)) acompañaron con música las funciones. Después de vísperas don Bosco predicó durante casi tres cuartos de hora. Y quiso obsequiar aquella misma tarde a todo el pueblo con otra representación teatral. Habían pedido con insistencia la repetición del programa de la tarde anterior e, invitados, acudieron también muchos señores de Turín, dueños de las quintas de los alrededores. Pero los empresarios del baile, que habían esperado un desquite, no se resignaron ante tal fracaso y se presentaron a don Bosco exigiéndole reparación del daño ocasionado por los gastos habidos con los músicos, las bebidas preparadas, la ornamentación y todo lo demás. Don Bosco, que los había recibido en su habitación con la mayor cortesía, les dijo: -Habéis venido vosotros también a la función de nuestro teatro? -íSí, señor! Quién no hubiera hecho lo mismo? íNos habíamos quedado solos! -Y os habéis divertido? -Estuvimos hasta acabarse la función. -Pues bien, concluyó don Bosco. Qué daños queréis que yo repare? La gente era libre de ir adonde quisiera. Yo no he ido a vuestro baile y nada os pido; vosotros os habéis divertido en mi teatro y no me pagáis. Qué queréis, pues, y con qué derecho pedís? -Es verdad, tiene usted razón. Y se marcharon. La meta del paseo del día diez fue Alfiano, donde esperaban a don Bosco el párroco, don José Pellato, y su hermano coadjutor, grandes amigos suyos y tíos de un clérigo del Oratorio llamado Capra. Allí se repitieron las alegrías religiosas, domésticas y populares, que se habían visto en todos los pueblos donde ponía sus pies don Bosco. ((**It6.280**)) El martes se dirigieron a Frinco, adonde don Bosco y algunos muchachos ya habían ido varias veces en años anteriores. El párroco, don Segundo Penna, había preparado un agradable recibimiento. En su iglesia, dedicada a la Natividad de María, resonaron aquel día cánticos sagrados jamás oídos, que conmovieron a los buenos y laboriosos campesinos. Visitaron el vetusto castillo, recuerdo de glorias y desdichas, testigo de asedios y batallas. El doce de octubre por la mañana salía don Bosco con sus alumnos (**Es6.218**))
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