Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.17**) canción como quien llega a gozar la belleza de un consolador oasis en el abrasado desierto. Servite Domino in laetitia (Servid al Señor con alegría), era uno de sus cantares preferidos y esta santa alegría constituía la base de su edificio social para la segura educación de la juventud. Enemigo de la tristeza y de los rincones escondidos quería que los muchachos se ejercitaran, durante el tiempo de recreo especialmente, en la gimnasia y en la música, en las que él mismo tomaba parte y muy gustoso, hasta para desengañar a los que por un mal entendido espíritu o por escrúpulo se apartaban de ellas. -Deseo, decía él, ver a mis muchachos corriendo y saltando alegremente en el recreo, porque así estoy seguro de que las cosas marchan bien. por eso confiaba a los más expertos en aquellos ejercicios a los apocados y esquivos, para que los animaran poco a poco a tomar parte alegremente en las diversiones con los demás. Al mismo tiempo, como era muy amigo del canto y de la música, había organizado clases para ello después de cenar. El mismo había adaptado la música de canciones populares a diversas coplas religiosas, y había compuesto un sencillo Tantum ergo para cantar en las fiestas solemnes en los primeros tiempos del Oratorio. También yo tuve el gusto de cantarlo con mis siempre queridos compañeros de aquel tiempo (1858). Creo que todavía se guarda en el archivo musical del Oratorio>>. Así, pues, se mantenía viva una santa y continua reciprocidad de afectos entre los alumnos del Oratorio y don Bosco, no sólo por el buen ejemplo de sus muchas y grandes virtudes y por gratitud, sino también porque los muchachos le tenían por su Superior y padre, que seguía voluntariamente pobre, exactamente como uno de ellos. Pobre a imitación de Jesús, don Bosco, lo mismo que El, tenía predilección por los pobres y escogía sus discípulos entre los hijos del pueblo. Es digno de notar el motivo por el cual no aceptaba a un niño que le recomendaba el barón Feliciano Ricci. ((**It6.5**)) Benemérito y queridísimo señor Barón: Me ha causado gran sentimiento la llegada de Rosso y haber tenido que enviarlo otra vez a su pueblo. No es posible encontrarle un puesto, por ahora. Por otra parte, su madre se presentó tan elegantemente vestida como para invitarme a pedirle limosna. Yo no puedo aceptar, entre muchachos totalmente abandonados, otros, cuyos padres piden caridad con traje de gala. El segundo motivo es una sencilla reflexión: la razón por la que no lo he aceptado es la imposibilidad. Confío que, por su bondad, querrá perdonarme que no haya podido cumplir enseguida su caritativo deseo. Dígnese rogar a Dios por mí, mientras, invocando la gracia del Señor sobre usted y toda su familia, me profeso con verdadera gratitud. De V.S. Benemérita Turín, 4 de mayo de 1858 Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro.(**Es6.17**))
<Anterior: 6. 16><Siguiente: 6. 18>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com