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((**Es5.645**) del primero al último de sus artículos. Y tomándolo de la mesa se lo entregó, añadiendo: -Presentadlo al cardenal Gaude, el cual lo examinará y a su tiempo le hablará. Lo abrió don Bosco y vio que Pío IX había tenido la dignación de añadir algunas notas y modificaciones de su puño y letra. El Santo Padre quería que aquel reglamento pasara enseguida a una Comisión encargada de informar; pero don Bosco le pidió que le dejara experimentarlo por algún tiempo, para presentarlo de nuevo a Su Santidad. Pío IX estuvo de acuerdo y le indicó los trámites que debería seguir para alcanzar la aprobación definitiva de su Pía Sociedad con las correspondientes Constituciones. A continuación le recordó don Bosco varias súplicas que había presentado para obtener la concesión de indulgencias nominátim para algurios bienhechores suyos y para quienes promovieran el canto de canciones sagradas. Y el Papa con toda bondad le aseguró que sería atendido oportunamente. Pidióle también don Bosco una indulgencia plenaria para todos los muchachos que acudían a los Oratorios festivos, para el día, por ellos elegido, en que recibieran los Santos Sacramentos; la bendición apostólica para los que ((**It5.908**)) toman parte activa de estos oratorios; para los que de algún modo colaboran en la difusión de las Lecturas Católicas; y para los muchachos internos del Oratorio de San Francisco de Sales; finalmente algunas facultades especiales para los presbíteros Morizio y Reviglio. Y Pío IX le concedió todos los favores que le pidió. -Y ahora, Beatísimo Padre, añadió don Bosco, tenga la bondad de sugerirme una máxima para repetirla a mis muchachos, como un recuerdo salido de los labios del Vicario de Jesucristo. -íLa presencia de Dios!, respondió el Papa. íDecid a vuestros jóvenes de mi parte, que este pensamiento sea la norma de su vida!... >>Y ya no tenéis nada más que pedirme? Vos deseáis todavía algo más. -Santo Padre, repuso él, Vuestra Santidad se ha dignado concederme cuanto he pedido y ya no me queda sino daros gracias con toda mi alma. -Si embargo, sin embargo, Vos deseáis todavía algo más. Ante esta réplica estaba don Bosco como en suspenso sin proferir palabra, cuando el Papa agregó: ->>Pero cómo? >>No deseáis que vuestros muchachos se alegren cuando volváis a verlos? (**Es5.645**))
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