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((**Es5.52**) la satisfacción de devolver a las familias y a la sociedad muchos miembros morales y útiles. De lo contrario, gastará el dinero para corregir o castigar durante más o menos tiempo a muchos díscolos y culpables y, cuando los ponga en libertad, deberá seguir vigilándolos para defenderse de ellos, porque estarán dispuestos a hacerlas más gordas que antes. Continuó don Bosco hablando por el mismo estilo durante un buen rato, y, como quiera que, desde 1841, conocía la situación de los presos jóvenes y adultos, porque los visitaba con frecuencia, pudo resaltar ante el Ministro del Interior la eficacia de la Religión para su rehabilitación moral. Y agregó: -Al ver al sacerdote, al oír su palabra de aliento, el detenido recuerda los años felices, de cuando asistía a la catequesis, los consejos del párroco o del maestro, reconoce que si ha terminado en aquel lugar de castigo ha sido porque dejó de acudir a la iglesia, o porque no practicó las enseñanzas allí recibidas; por lo cual, llevando a su mente estos queridos recuerdos, siente las más de las veces conmoverse el corazón, acudir las lágrimas a sus ojos y se arrepiente, sufre con resignación, se propone mejorar de conducta y, después de cumplir su pena, vuelve a la sociedad dispuesto a reparar los escándalos dados. Si, por el contrario, se le quita el amable aspecto de la religión y la dulzura ((**It5.55**)) de sus máximas y de sus prácticas; si se le priva de las conversaciones y consejos de un amigo de su alma, >>qué va a ser del pobre desgraciado en aquel aborrecible encierro? Sin oír jamás una voz cariñosa que le invite a levantar su espíritu más allá de la tierra; sin ser animado jamás a reflexionar que pecando ha faltado no sólo a las leyes del Estado, sino también a Dios, supremo legislador; sin ser invitado jamás a pedirle perdón, ni animado a sufrir su pena temporal en lugar de la eterna, que le quiere condonar, en su triste condición no verá más que el ceño de su mala suerte. Y así, en vez de regar sus cadenas con lágrimas de arrepentimiento, las morderá con mal disimulada rabia; en vez de hacer un buen propósito de enmienda, se emperrará en el vicio; aprenderá otros de sus compañeros de cárcel, y con ellos se las arreglará para volver a delinquir con más astucia, y no recaer en manos de la justicia, mas no para mejorar y hacerse un honrado ciudadano. Don Bosco, aprovechándose de la favorable ocasión, expuso al Ministro la utilidad del sistema preventivo, sobre todo para las escuelas públicas y centros de educación, donde hay que cultivar almas aún inocentes, almas que se doblegan fácilmente a la voz de la persuasión y del amor. (**Es5.52**))
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