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((**Es5.453**) moral, muchos hechos a propósito para combatir otros tantos errores, divulgados por los herejes por ignorancia o por malicia. Por ejemplo: los protestantes quisieran borrar la supremacía de San Pedro, y dársela a San Pablo; y él les responde haciendo notar cómo los Apóstoles reconocieron siempre a San Pedro como su cabeza y juez en las controversias religiosas y cómo el mismo San Pablo fue a Jerusalén para visitarlo y darle cuenta de su predicación, reconociendo así en Pedro al Vicario de Jesucristo. Los protestantes acusan de intolerante a la Iglesia Católica porque se muestra demasiado rigurosa contra los obstinados; y el Autor recuerda aquellas palabras ((**It5.637**)) de Pablo, con las que llama a Elima, loco, arcón de engaño y de impiedad, hijo del demonio; copia el hecho del incestuoso de Corinto a quien el Santo Apóstol excolmulgó primero y después, viéndolo arrepentido, lo recibió de nuevo en la comunidad de los fieles. Hechos que demuestran que la intolerancia de la Iglesia Católica es la misma de San Pablo, quien no admitía ninguna participación entre Cristo y Belial: págs. 21, 76, 81. Entre las cosas que los protestantes no cesan de repetir contra la confesión, está la de que en tiempo de los apóstoles, nunca se habló de este sacramento; e inmediatamente les responde con el hecho de los Efesios, los cuales, después de la predicación de San Pablo, corrían en gran número a manifestar sus pecados: Confitentes et annuntiantes actus suos (He. XIX, 18): pág. 74. Los protestantes no quieren saber de la tradición; y les responde con las palabras del santo Apóstol a los corintios, cuando dice: Itaque, fratres, state et tenete traditiones, quas, didicistis sive per sermonem sive per epistolam nostram: (Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta) (II Tes. 11, 15); pág. 69. Lo mismo se encuentra en la carta escrita desde las cárceles de Roma a su discípulo Timoteo: <>. (II, Tim. 2.2) pág. 134. En una palabra, el Autor se propone combatir los errores con hechos, y nos parece que consigue felizmente su intención. Esta es la razón por la cual recomendamos vivamente estas Lecturas, como el mejor alimento contra los errores de nuestros tiempos. Valgan nuestras palabras para animar a todos los que se interesan por el bien de la religión, singularmente los párrocos, a que usen todos los medios que tienen a su disposición para difundir estos folletos entre los fieles cristianos. El doce de abril se celebraba solemnemente en los Oratorios el día de Pascua, dejando en el corazón de los muchachos las más saludables impresiones. Cuántas veces les había repetido don Bosco, con todo ardor, su máxima: -Antes morir que pecar. -Lo mismo él que sus colaboradores, les habían hecho comprender que, si soportaban tantos sacrificios, ((**It5.638**)) sudores, cuidados y estaban todavía dispuestos a aguantar mucho más, era sólo por el deseo de salvar sus almas. Y los muchachos estaban tan convencidos de ello que, a veces, decían: -íDon Bosco no dudaría en aceptar la muerte por nosotros! (**Es5.453**))
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