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((**Es5.45**) sin más, encargó la compra del espacio más ancho del terreno triangular que antes perteneció al Seminario. Parece ser que don Bosco no estaba de acuerdo con este nuevo proyecto porque veía que, poco a poco, se escapaba de sus manos un terreno que, por diversas razones, tanto quería. Apretado por la necesidad había tenido que revender el 8 de marzo, el 10 de abril de 1849 y el 10 de junio de 1850 algunos trozos del terreno que la calle Cottolengo separaba de su actual propiedad, que, si bien accesorios, tenían una gran importancia por pertenecer al espacio señalado en sus magníficos sueños. Y ahora tenía que renunciar a la misma zona bendita, sobre la que le pareció se habían posado los pies de la Reina de los Angeles. Pero el bien de la juventud le forzaba a hacer este sacrificio y ((**It5.45**)) aceptó, dejando a la Divina Providencia el cuidado de llevar a término sus vaticinios. Por eso, el lunes santo, 10 de abril, después de mediodía, mientras los chicos empezaban a prepararse para la comunión pascual, en escritura autorizada por el notario Turvano, vendía a don Carlos Gilarli, en representación del abate Rosmini, 51 tablas, 10 pies y cinco pulgadas de terreno equivalentes a 0,1948 hectáreas, por 10.000 liras. El terreno vendido lindaba al este con la casa Coriasco y con don Bosco, al oeste con otra posesión del Seminario, al sur con la calle Cottolengo y al norte con el Oratorio. Al mismo tiempo, en contrato privado, el abate Rosmini condonaba a don Bosco su deuda de 3.000 liras y asumía su cargo de 5.000 liras con el Seminario de Turín. Quedaba en pie el crédito con don Bosco de 20.000 liras al 4 o/o, empleadas en la compra de la casa Pinardi. Don Bosco, pues, encantado con la esperanza de ver montada la tipografía, y habiendo podido pagar a algunos de los acreedores más exigentes, la segunda semana después de Pascua marchó a Castelnuovo de Asti con el Obispo de Ivrea, que había sido invitado por el teólogo Cinzano para administrar la confirmación. Estaba en Pranello, en su casa, el alumno estudiante del Oratorio S. A., aquejado de un serio malestar de ojos. Daban los médicos pocas esperanzas de curación, y ya hacía más de un año que había debido abandonar los estudios. Antes de volver a Turín quiso don Bosco ir a verle acompañado del joven Juan Turchi. <((**It5.46**)) abrir la puerta de la habitación para que el enfermo pidiera a gritos que la(**Es5.45**))
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