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((**Es5.425**) de Sales; el Oficio de Difuntos y el acto heroico de caridad en sufragio de las almas del purgatorio; el modo de ganar muchas indulgencias y, finalmente, lo que se canta en la bendición de los campos. Y como abrigaba la idea de fundar la compañía de San José para los aprendices, incluyó también la práctica ((**It5.597**)) de los siete dolores y gozos de San José y una oración al mismo santo para conseguir la virtud de la pureza. En el 1868 contemplaba definitivamente su libro con la novena de María Auxiliadora y añadía un buen número de canciones sagradas en honor de Jesús, de María y de nuestros patronos especiales. Y fue deslizando a lo largo del mismo noticias históricas sobre algunas devociones. Es incalculable el bien que hizo don Bosco con este libro. >>Quién puede contar los muchachos que guió en el Oratorio, las conversiones que alcanzó, las vocaciones al estado eclesiástico y religioso cuya semilla echó al surco y luego florecieron firmes y robustas, y las virtudes de perfección cristiana que hizo florecer en los corazones? Y no hay que maravillarse de ello, puesto que de las páginas de El Joven Cristiano brota tanta caridad, dulzura y persuasión que se hace amar por el lector. Diríase que tienen la unción del santo Evangelio. El reverendo Luis Albera, sacerdote de la Misión, Superior en Finale, quería que todos los años se leyeran a los alumnos del colegio de Scarnafigi las siete meditaciones para los días de la semana y exclamaba: -íOh qué hermosas! íCuánto bien hacen! íPor qué don Bosco no habrá escrito más! íSería una suerte si en vez de siete, hubiera escrito setenta y siete! (**Es5.425**))
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