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((**Es5.417**) dará una verdadera satisfacción; podéis asegurarle que será tratado como un amigo. En el caso de que no puedan ser aceptadas sus razones, se guardará todo el respeto a su persona. Por su parte, el Pastor dio a entender varias veces que acudiría y hasta fijó día y hora; pero hasta el momento todavía no se había presentado. Por fin, apareció un día con dos amigos suyos; se hizo anunciar, entró en la habitación de don Bosco y, amable y cortésmente, empezó a hablar. íSalud, señor Teólogo! Aguantad con paciencia esta visita; venimos a molestaros. Don Bosco respondió con gracia: -Bienvenidos, señores, pasad adelante; sentaos. >>En qué puedo serviros? Y siguió el Pastor: -Estamos aquí para charlar un rato. Varias veces vinieron a Vos algunos alumnos nuestros y se metieron en ciertas cuestiones que, a decir verdad, no estaban preparados para entenderlas. Me han dicho que vos querríais proponer las mismas dificultades a su Ministro: ((**It5.586**)) hele aquí, es el mismo que os habla. Es mi preciso deseo que hagáis esas graves observaciones, a las que ninguno, según ellos me dijeron, puede dar la debida respuesta. Sentáronse todos y comenzó la disputa en derredor del Purgatorio, en términos corteses y, al terminar, parecía que la verdad se iba abriendo camino en los ánimos de los disidentes. Pero mientras don Bosco trataba de persuadir a los Valdenses, otra malvada secta trabajaba bajo cuerda para seducir a los católicos. Andrés Towianski, fanático polaco, después de haberse ocupado del magnetismo y de las ciencias ocultas bajo la dirección de ciertos rabinos, llamándose profeta y enviado del cielo, ejercía un poder casi mágico sobre los que se le acercaban. Negaba la creación del mundo, la gracia, el pecado original, el libre albedrío, el mérito de las buenas obras, la divinidad de Jesucristo, los sacramentos, el sacerdocio, y enseñaba otras herejías, como la metempsícosis o transmigración de las almas, después de la muerte, de un cuerpo a otro. Mas, para embaucar a la gente sencilla que se habría horrorizado con doctrinas tan impías e inmorales, sabía paliarlas con un misticismo popular, con frases convencionales; tributaba muchas hermosas alabanzas a Jesucristo. Llegó a Turín en el 1840, y consiguió engañar a cierto número de personas eruditas y hasta piadosas. La Santa Sede lo desautorizó en 1850 y el Tribunal Eclesiástico de la Curia de Turín le abrió proceso (**Es5.417**))
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