Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es5.401**) Don Bosco, después de saludarla cariñosamente, se retiró a su habitación sin imaginar que iba a perderla tan deprisa. Por tres veces trató de encender una luz, y las tres veces se le apagó por sí misma. Su imaginación corrió enseguida a aquella vida querida que temía iba a extinguirse. Logró, por fin, encender la lamparilla y se acercó a la cama para acostarse. Pero íoh, cosa extraña! El retrato de su madre, colgado junto a la cama, estaba del revés y de cara a la pared. Don Bosco no lo había puesto así; ni a ninguno de los de casa se le podía haber ocurrido semejante capricho, tanto más que el afectuoso respeto al superior no habría permitido un acto tan irreverente. >>Entonces? Impresionado por un gran temor, no se atrevió a acostarse. -Temo, dijo para sí, que esto es un aviso que el cielo me envía sobre la inminente partida de mi pobre madre a la eternidad. Y volvió junto al lecho de la querida enferma. Era como la media noche. La madre, al advertir su presencia, hízole señas de que saliera, pero Juan quedó inmóvil. Ella insistió: -Tú no puedes aguantar... ((**It5.565**)) Y don Bosco, ahogado por los sollozos, contestó: -No es de un hijo cariñoso abandonaros en estos momentos. Margarita se quedó un momento en silencio, y luego, llamándole por su nombre, le dijo: -Te pido un favor, es el último que te pido. Sufro más al verte sufrir a ti. Yo estoy bien asistida. Tú vete, ruega por mí; no pido más, adiós. Fue el postrer saludo. Retiróse don Bosco, obedeciendo a la expresa voluntad de su madre, que entró en agonía a los pocos instantes. Era el 25 de noviembre. A las tres de la mañana, don Bosco que aún no se había acostado, oyó los pasos de José que se acercaba a su habitación. La santa mujer había volado al cielo. Se miraron uno a otro los dos hermanos sin proferir palabra, y empezaron luego un llanto deshecho, que quebraba el corazón de los alumnos, clérigos y seglares, que habían seguido a José. >>Y los muchachos? No hay pluma capaz de describir su dolor, sus sollozos y su llanto, cuando recibieron la fatal noticia de que la madre de don Bosco, y madre suya, ya no existía. Don Bosco reunió a todos para consolarlos y les dijo: -Hemos perdido a la madre, pero estoy seguro de que ella nos ayudará desde el paraíso. íEra una santa! (**Es5.401**))
<Anterior: 5. 400><Siguiente: 5. 402>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com