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((**Es5.386**) don Bosco renovó la orden de que se cerraran las clases, los dormitorios, los talleres y el salón de estudio, una vez que hubieran salido los muchachos, sobre todo durante los recreos, y que las llaves se entregaran a quien tenía el cargo de guardarlas. ((**It5.542**)) Así dispuesto todo para el buen orden, colocado cada interno en su puesto, tocaba a don Víctor Alasonatti suplir a don Bosco y, de acuerdo con él, organizaba la administración interior en lo que se refería a los alumnos. Por ello, fijó en las paredes de los pórticos el siguiente aviso, que reproducimos porque es el primer documento de esta especie, que se conserva. <>En esta dependencia, lo sábados después de la cena y los domingos después de la comida, habrá un encargado de atender, recibir y anotar las relaciones que los jóvenes aprendices deberán tener con sus patronos o jefes de taller y sus protestas, así como las diversas peticiones de ropa u otros objetos que necesiten. >>En este mismo lugar se proveerá a los estudiantes de lo que necesitan para el estudio y para la clase, durante la media hora de antes del desayuno y la media hora antes de la clase de la tarde. >>De allí saldrán también las cuentas particulares y los depósitos hechos por los gastos ordinarios y las reparaciones de ropa, calzado, encuadernación, etc.>>. Pero don Bosco quería coronar dignamente su obra y así, después de revocar y blanquear los pórticos, pensó en que Pedro Enría se encargara de dibujar en la parte superior de los arcos que formaban las bovedillas al apoyarse sobre las columnas, contra el muro, con gruesos caracteres en mayúsculas, unas cuantas inscripciones tomadas de la Sagrada Escritura. Deseaba que hasta las paredes de su casa hablaran de la necesidad de salvar el alma. Solía repetir: -Los jóvenes vienen a descansar después del juego a estos pórticos o se entretienen en ellos charlando. Los forasteros que llegan al Oratorio para diversos asuntos se quedan aquí ((**It5.543**)) mientras esperan ser atendidos. Unos y otros, al ver estos letreros, picados por la curiosidad de leer o por matar el aburrimiento, se encuentran con un buen pensamiento que queda esculpido en su mente y puede a su tiempo producir un fruto provechoso. Las inscripciones estaban escritas en latín y llevaban debajo la traducción italiana. Empezamos por las nueve colocadas en la pared y desde la primera junto a la puerta que está al pie de la escalera del campanario y que daba a la sacristía de la iglesia de San Francisco de Sales. (**Es5.386**))
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