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((**Es5.297**) Pero sus cálculos no eran definitivos. Antes de su muerte, quinientos jóvenes más se unieron al clero diocesano, y, después de muerto, otros cuya vocación había él despertado, eligieron la senda del sagrado ministerio. Añadamos los muchos que pasaron de sus casas filiales al Seminario. Recordemos también a los que aconsejados por él entraron a repoblar los institutos religiosos: casi no hay orden ni congregación, en Italia, donde no haya ((**It5.412**)) sacerdotes que un día fueron alumnos de don Bosco. Tampoco se le puede negar el mérito de haber contribuido con varios medios a aumentar con nuevas fuerzas el ejército del Catolicismo. Puede decirse que, debido a su ejemplo, y tal vez a sus instancias y a su cooperación, se abrieron y se mantuvieron los seminarios menores. Muchos directores de éstos y de los seminarios mayores, fueron a consultarle y aprendieron de él el modo de educar a los alumnos con amable y paternal asistencia, con la piedad y especialmente con la frecuente comunión, condición indispensable para perseverar en la vocación; y de ello obtuvo muchas ventajas el clero de las diversas diócesis, ya que, como es sabido, antes de 1848, imperaba en los seminarios un sistema muy distinto. Nos reservamos otras pruebas de nuestra afirmación para el curso de la historia, de las cuales, unidas a las presentes, podemos deducir que no andan muy lejos de la verdad quienes aseguran que don Bosco formó unos seis mil sacerdotes. Don Miguel Rúa fue testigo y parte de cuanto hemos dicho, puesto que, desde 1850 hasta 1888, estuvo al lado de don Bosco y le ayudó en todas sus empresas. Pero lo que más admiró en él fue su fortaleza en las diferencias habidas con poderosos adversarios, que sistemáticamente perseguían su institución para hacerla desaparecer. Varios altos dignatarios del Estado, entre los cuales estaba el comendador Morena, Comisario Regio para la liquidación del patrimonio eclesiástico de Roma, decían a don Francisco Dalmazzo: -Mientras nos afanamos por deshacernos de los religiosos e impedir las vocaciones eclesiásticas, don Bosco, con una constancia digna de mejor causa, fabrica sacerdotes a toda prisa ante nuestras propias narices. Hemos presentado un cuadro precioso, que en 1856 no era todavía más que un esbozo. (**Es5.297**))
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