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((**Es5.283**) Turín, 8 de junio de 1855 Ilmo. y Muy Rvdo. Señor: Ya hace unos días pensaba escribir a V.S. Ilma. sobre el joven Bartolomé Fusero, su feligrés, cuando ((**It5.391**)) vino el teólogo Valfré, que me animó a ello, al comunicarme que V. S. es del mismo parecer. Dígole, pues, que este muchacho está totalmente decidido a seguir los estudios de la carrera eclesiástica. Su buena conducta, su recogimiento, su asiduidad a las prácticas religiosas y su aptitud para los estudios, no dejan nada que desear para un buen resultado. Pero es pobre: durante estos tres años ha estado a mis expensas; >>abrirá la Providencia algún camino? Mis esperanzas y las de Fusero estan puestas en usted. De lo que V. S. me conteste, dependerá que se presente a examen para recibir el hábito talar o que por ahora lo difiera. Aprovecho la ocasión para manifestarle mis sentimientos de estima y gratitud, mientras me ofrezco en todo aquello en que pueda serle útil. De V.S. Ilma. S.S. JUAN BOSCO, Sac. P.D. Le recomiendo la difusión de las Lecturas Católicas. Bartolomé Fusero vistió la sotana de manos de su párroco en el mes de octubre. Tenía 17 años. Y volvió al Oratorio. Entre tanto, crecía el número de jóvenes educados por don Bosco para la carrera eclesiástica, como se deduce de las cartas que escribía al Rvdmo. canónigo Vogliotti, Rector del seminario de Turín y Provicario Diocesano. Ilmo. Sr. Rector: Le adjunto la lista de mis aspirantes al hábito talar. A algunos todavía les faltan varios documentos que esperamos de sus respectivos pueblos. De varios será necesario que hablemos personalmente. Pero dejemos que pasen el examen y luego ya veremos qué conviene hacer. ((**It5.392**)) Los certificados de su conducta y de su capacidad actuales, no dejan nada que desear; a pesar de ello, los remito a su reconocida bondad. Perdone si también yo he sido uno de los atrasados en presentar las oportunas solicitudes. Mientras se lo agradezco de todo corazón, me profeso. De V.S. Ilma. Turín, 16 de agosto de 1855 JUAN BOSCO, Pbro. Pero si la obra de promoción de las vocaciones, aunque hubiere dado buenos frutos, había procedido hasta ahora un poco lentamente, aquel año empezaba a tomar un desarrollo extraordinario, porque don Bosco adoptaba un nuevo plan, que sin duda le había sido sugerido por la bondad divina. En efecto, en 1875, en una conferencia (**Es5.283**))
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