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((**Es5.258**) -Quince cumplidos. ->>Qué te pasa que estás tan triste? >>Te encuentras enfermo? -Sí, he estado gravemente enfermo: un ataque de corazón me llevó al borde del sepulcro, y aún no me he curado del todo. -Desearás curar, >>verdad? -Hombre, estoy resignado a la voluntad de Dios. Estas últimas palabras demostraron que Gavio era un ((**It5.356**)) joven de piedad nada común, y Savio continuó: -Entonces, deseas ser santo, >>verdad? -Sí, ésta es mi gran ilusión. -Pues mira, yo voy a decirte en pocas palabras lo que has de hacer. Sábete que aquí hacemos consistir la santidad en estar muy alegres. Procuramos, por encima de todo, huir del pecado como de un gran enemigo que nos roba la gracia de Dios y la paz del corazón. En segundo lugar, tratamos de cumplir exactamente nuestros deberes y frecuentar las prácticas de piedad. Empieza desde hoy a escribir como recuerdo: Servite Domino in laetitia: sirvamos a Dios con alegría. Esta conversación fue como un bálsamo para las penas de Gavio, que experimentó un verdadero consuelo. Desde aquel día fue amigo íntimo de Savio y fiel imitador de sus virtudes. (**Es5.258**))
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