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((**Es5.186**) ningún modo; que el Soberano tuviera en cuenta las predicciones, según lo juzgase más conveniente para su tranquilidad. Terminaba con la promesa de no escribir más cartas como aquéllas. Es de advertir que la ley había sido ya firmada, y que nadie podía negar los hechos. Sin embargo, dijo después don Bosco que nunca habría ((**It5.249**)) firmado aquella carta, de no haber sido para evitar mayores males y desagradables consecuencias. La conversación de don Bosco con el general duró más de una hora y fue cordial y alegre. El de Angrogna insistióle para que se quedase a comer con él, pero don Bosco se excusó alegando que ya lo había hecho. Entonces el general, deteniendo a don Bosco que quería partir, le dijo: -Al menos, antes de marchar, tenga el gusto de probar el vino de mis viñas: quiero que sellemos nuestra amistad. Llamó y apareció un criado con una botella y una bandeja llena de dulces. Una vez servidos los vasos, don Bosco miró al general y sonrió; sonrió también el general y tomando un pastelito se lo ofreció a don Bosco. Don Bosco bromeando preguntó: ->>Hay dentro de este pastel alguna sustancia extraña? -íNi hablar! íVéalo! me como yo la mitad de su pastel. Y así lo hizo. Unos minutos después se estrecharon la mano, se separaron y desde entonces fueron amigos. El conde de Angrogna, queriendo bautizar un moro que había traído consigo de Africa, lo puso en manos de don Bosco para que lo acristianara. (**Es5.186**))
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