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((**Es5.156**) Mas la divina Providencia, que vela por el destino de los hombres, dispuso que fuera asilado en el Oratorio de San Francisco de Sales. Allí encontró alojamiento, comida, vestido e instrucción. Al preguntarle qué religión quería abrazar, respondía: -Quiero abrazar la religión en la que me pueda salvar.-Después de cuatro meses de catecismo, pareció suficientemente instruido para recibir el Bautismo e ingresar en el seno de la Iglesia Católica. Por eso, el domingo a las tres y media de la tarde, monseñor Juan Pedro Losana, obispo de Biella, estuvo en el Oratorio de San Francisco de Sales para efectuar la ceremonia religiosa. No resulta fácil decir qué llamaba más la atención, si la alegría que inundaba el corazón del catecúmeno o la satisfacción que transparentaba el rostro del numeroso enjambre de muchachos que lo rodeaban. Fue padrino el caballero Marcos Gonella, madrina la señora Angela Piacenza de Gonella, miembros los dos de una familia que está siempre presente doquiera haya una obra benéfica, un acto de cristiana caridad que ejercitar. Terminada la sagrada función, el señor Obispo pronunció unas palabras para manifestar su alegría al ver en estos días a tantos hijos de las tinieblas abandonar el error para integrarse en el seno de la Iglesia Católica. Lamentó después con viva emoción cómo muchos otros hijos de la luz, dejándose neciamente arrastrar por el error, y fascinados por la fantasía de la novedad, abrazan una religión sin autoridad, sin sacramentos, dejada al capricho de cada cual. -Queridos hijos míos, decía con toda su energía, creedme; el Protestantismo es una religión sin Credo, sin símbolo, porque cada protestante cree lo que él quiere y como quiere. No se encuentran dos pueblos protestantes, ni siquiera dos familias, ni aun dos miembros de la misma familia, que tengan las mismas creencias en punto a religión. >>Puede haber cristianos, tan sin tino, que lleguen a abandonar su religión sacrosanta para ir tras un fantasma religioso que no ofrece sino capricho, vanidad y desorden? ((**It5.207**)) Terminó aconsejando al néofito que se instruyese en la religión abrazada y que se afanase con diligencia y valor para mantenerse firme en la fe hasta la muerte. Dirigióse por fin a los presentes animándoles a vivir como buenos católicos, para demostrar con obras y palabras que profesamos una religión santísima, divina, como es la Católica, Apostólica, Romana, fuera de la cual nadie puede salvarse. Finalmente el buen prelado, entre armonías musicales interpretadas por los muchachos del Oratorio, daba la bendición con el Santísimo Sacramento. Así pues, podemos contar con un católico más y esperemos que viva de tal modo que un día pueda ser habitante del cielo. Las oraciones y comuniones que se hacían en el Oratorio eran parte, y no despreciable, para quitar obstáculos a estos triunfos de la gracia. Por ello no se puede explicar el consuelo de mamá Margarita cuando veía a un jovencito rezando con fervor. Un día le decía a don Bosco: -Tienes muchos chicos buenos, pero ninguno supera la hermosura del corazon y del alma de Domingo Savio. Preguntóle don Bosco por qué lo decía, y ella contestó: -Porque le veo rezar en la iglesia después que han salido los demás, cuando terminan las funciones, y a menudo recitando el rosario (**Es5.156**))
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