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((**Es4.453**) nos contó el canónigo Anfossi, hablaba frecuentemente de los hechos y palabras, de las heroicas virtudes y la generosidad del gran siervo de Dios. Y repetía a muchachos y a clérigos sus eficaces amonestaciones para hacer amar la mortificación cristiana: <>. Don Bosco no dejaba de animar a los suyos a trabajar con energía, sin deseo de solaz y descanso. Y añadía: ->>A que no sabéis qué respondía don José Cafasso cuando le invitaban a tomarse alguna diversión? -Tengo bastante más que hacer, que divertirme. Cuando no tenga nada que me urja, entonces iré a divertirme->>Y eso cuándo será? -Cuando estemos en el paraíso. Lo presentaba también como ejemplo para la salvación de las almas y lo describía en las misiones populares, en la Residencia Sacerdotal, en las cárceles, en los hospitales y en varios otros ejercicios del magisterio sacerdotal. Contaba un día: -<((**It4.591**)) salió inmediatamente de Turín, en compañía de un cofrade de la Hermandad de la Misericordia, hacia las cuatro de la tarde. Llegó a donde estaba el condenado, logró calmarlo, le confesó, le dio la comunión y le acompañó hasta el lugar del suplicio. Después, tomó un piscolabis, volvió corriendo a Turín y llegó a la Residencia Sacerdotal hacia las seis y media de la tarde. En vez de ir a comer, acudió inmediatamente a dar su clase a los residentes, puesto que en aquel momento sonaba la campana. Como alguien le invitara a descansar un poco respondió: descansaremos en la tumba, regnum coelorum vim patitur (el reino de los cielos padece violencia). Esta era su respuesta habitual>>. De vez en cuando entretenía particularmente a sus alumnos contándoles las atenciones que don José Cafasso prestaba a los muchachos pobres, y cómo les enseñaba las verdades de la fe, cómo compraba ropa a algunos para que pudieran entrar decentemente vestidos en la iglesia y cómo buscaba trabajo a otros en casa de algún honrado patrón; pagaba a muchos los gastos del aprendizaje, o les daba de comer hasta que podían ganar con qué hacer frente a la vida con su propio trabajo. -Conozco a muchos, añadía, que, por su pobre condición o por los tristes sucesos acaecidos en su familia, no podían seguir ninguna (**Es4.453**))
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