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((**Es4.446**) Las fiestas resultaron espléndidas. La iglesia del Corpus Christi había sido restaurada ricamente. De todas las partes del Piamonte acudieron las cofradías y el pueblo para hacer su comunión. El día de la solemnidad asistió a la santa misa el Rey, de gran gala con toda su familia. Doce Arzobispos y Obispos acudieron al ((**It4.582**)) triduo y al octavario. Se hicieron dos noches de luminarias públicas por toda la ciudad. Fue quizá la última vez que se vieron iluminados, con motivo de fiestas religiosas, el Palacio Municipal, el del Senado y el de la Academia de Ciencias. Solamente la Cámara de Diputados, el barrio de los judíos y el templo en construcción de los valdenses quedaron envueltos en la más completa oscuridad. Dos veces se empezó la procesión triunfal, el día seis de junio y el de la octava; tronaban los cañones, sonaban las campanas; pero violentas tormentas impidieron ambas veces que prosiguiese la procesión. Un grupo de libertinos, que se recomía de rabia ante aquel espectáculo de fe, se desquitó con aplausos ofensivos y grandes silbidos al ver deshacerse la procesión. Pero aquel desahogo de despectiva complacencia, merecía compasión. Creían que Turín era medio protestante y vieron que era totalmente católica. La Gaceta del Pueblo de aquellos días había sido obscena e impunemente blasfema y, al igual que ella, toda la prensa liberal. Don Bosco, que había tomado parte en el religioso cortejo, volvió las dos veces al Oratorio con los hábitos chorreando agua hasta mover a compasión a los muchachos. Don Bosco, en medio de aquellos días de cosas tan grandes no olvidaba las pequeñas. Quería dar una prueba de su agradecimiento a don Miguel Angel Chiatellino, profesor de didáctica en Carignano, y que en tantas ocasiones le había ayudado en el Oratorio. Se lo encontró por Turín y le dijo graciosamente: ->>Me paga un café? Don Miguel Angel miró maravillado al amigo, que le hacía una pregunta tan extraña e inesperada por él, y le respondió: -Con mucho gusto, con mucho gusto. Entraron, pues, en un café y don Bosco le expuso que en Borgo Cornalense estaban sin maestro de escuela y que él había pensado que era un puesto muy apropiado para un sacerdote como él, amigo de la tranquilidad. ((**It4.583**)) A la par sería capellán de la señora duquesa de Montmorency, propietaria de la escuela y que habitaba en su palacio de Borgo. Halagó la idea a don Miguel Angel y se lo agradeció; pero, propuso consultar a don José Cafasso antes de aceptar. Este fue el motivo de las siguientes cartas. (**Es4.446**))
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