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((**Es4.443**) adaptadas a las clases populares más sencillas. Se trata de una señora, que reúne en casa a algunos vecinos de su pueblo a los que explica el Credo a través de consideraciones morales. El autor anónimo escribía así al cristiano lector: <>Hombres licenciosos, incapaces de soportar el yugo de la verdad, guiados por bajos y viles instintos, con sutiles y pérfidas cavilaciones, no se avergüenzan de atacar y calumniar la Santa Religión en la que, por una gracia especial de la divina misericordia, nacieron y se educaron. Con la excusa de iluminar y conducir al pueblo a una sólida virtud, esparcen éstos, entre la clase más sencilla de obreros, artesanos y campesinos, las máximas de la más perversa y falsa doctrina; se afanan por propagar, con escritos y grabados inmorales, la incredulidad, insinuando el indiferentismo, el peor de todos los males; halagan las pasiones, y llevan a los incautos y sencillos a la perversión de costumbres, la seducción y corrupción de los corazones, haciéndoles partícipes de los vicios que acechan y arruinan sordamente a la humana sociedad... >>Para ayudaros, oh cristianos lectores, en medio del torbellino de tan grandes tormentas, en medio del asalto de tantos enemigos, se os presenta para vuestro entretenimiento: El Católico instruido en su Religión, con los principios fundamentales de nuestra santa Religión, a la cual debéis permanecer inalterablemente unidos con la fe; se os dan, en las presentes sencillas conversaciones, saludables instrucciones, que os pondrán en situación de actuar constantemente de acuerdo con ella y de administrar la justicia de vuestra creencia por vosotros mismos...>>. Don Bosco combatía denodadamente la herejía, pero ésta levantaba la cabeza con arrogancia. El ocho de mayo por la noche, ((**It4.579**)) fiesta del Estatuto, apareció iluminado con gran lujo y ostentación el nuevo templo de los valdenses, y los estudiantes, en grupos, guiados por sus profesores, acompañados por muchas sociedades obreras, instruidos según los principios de libertad de la Gaceta del Pueblo, después de una ruidosa ovación ante el monumento a Siccardi 1, con ultraje del Clero, llegaron al templo valdense, respondiendo con vítores 1 Siccardi, es el ministro que promovió la ley que suprimió el fuero eclesiástico. Tiene un monolito dedicado, de unos diez metros de altura, en la plaza Savoia de Turín. (N. del T.). (**Es4.443**))
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