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((**Es4.288**) esa circular requieren una protesta violenta de nuestra parte. Me temo que somos demasiado susceptibles. Obsérvese verdaderamente si esas frases nos ofenden y deshonran. Se les ha dado una interpretación que no me parece legítima. Yo creo que, si en la circular no hay un período que distinga las dos categorías de jóvenes del Oratorio, tal vez se debe a un error de imprenta, o a una omisión involuntaria de un copista, porque me parecería ser demasiado audaz y malicioso, creyéndo que don Bosco haya querido de este modo atentar contra el honor de jóvenes a quienes tanto ama. Veamos, pues, si la cuestión puede arreglarse amigablemente. Mi parecer es que una simple queja, presentada por nosotros a don Bosco, es más que suficiente para alcanzar explicaciones, y también una satisfacción, si honrada y realmente nos corresponde. El mismo será el primero en proponer una reconciliación, tan deseada por él, y que no debemos rechazar. De este modo se ahorrarán graves disgustos para él y para nosotros, que podían ser causa de males mayores para ambas partes, sin ningún buen resultado y con peligro de obtener nosotros la peor. >>Me callé porque me parecía que había hecho demasiadas concesiones a su fogoso e irracional resentimiento. Un silencio glacial acogió mis palabras, y después, tras un murmullo de desaprobación, siguió un vocerío tal que ((**It4.372**)) la reunión parecía un conciliábulo de endemoniados. Los promotores y fautores de aquella especie de revolución no dejaron escapar una ocasión tan propicia para sus intentos. Habían tolerado que yo hablase a favor de la paz y de la concordia para más fácilmente esconder sus insidias, para probar el ánimo de la asamblea, y para asegurarse la victoria. >>Por eso, apenas disminuyó un poco el griterío, levantóse don Rodrigo, e impuesto un riguroso silencio, habló de este modo: >>-Queridos amigos, amo vuestro honor tanto como aquél al que habéis escuchado hasta ahora, pero yo lo amo de otro modo. Yo quiero veros manteniendo en alto el sentimiento de vuestra dignidad. (Voces: íbravo!). Ciertamente yo soy amigo de la paz (>>?) y me creeríais digno del rechazo de todos, si yo incitara a nuestros amigos a una discordia sin motivo: pero >>quién no descubre motivos en el presente caso? >>Sois vosotros acaso, mis queridos amigos, quienes habéis provocado a don Bosco, o es él quien, con su imprudente circular, ha llevado al extremo vuestra paciencia? (íEs verdad: bravo!), Vuestro compañero Brosio, que acaba de hablar, ha dicho que bastarían amigables observaciones para hacer corregir las frases de esa circular y reparar de ese modo vuestro honor. >>Sabéis vosotros, mis queridos amigos, cómo terminarían los diálogos amigables en las (**Es4.288**))
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