Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es4.155**) A pesar de todo ícosa increíble! en los primeros lustros del Oratorio, narra don Juan Turchi, decían algunos en Turín que don Bosco era pobre de palabra, pero que en casa se permitía un trato señorial. Peor aún, hubo quien se atrevió a decir, y no sin mala intención: -Don Bosco trata mal a sus muchachos, pero él bien que zampa. Hubo quien quiso conocer las esplendideces de don Bosco. El abate Stellardi había sido convidado con otros varios señores ((**It4.193**)) a comer por el conde de Agliano, cuando he aquí que cayó la conversación sobre don Bosco. Decía al Abate que las comidas de don Bosco eran como corresponde a persona que maneja mucho dinero. Entre los convidados, unos opinaban que sí y otros que no. Decían algunos que don Bosco comía paupérrimamente; otros, en cambio, que su mesa era opípara. Para poner término a la cuestión se ofreció el Abate a presentarse inesperadamente ante don Bosco, cuando éste se sentara a comer. Y en efecto, compareció un día en el Oratorio, poco antes del mediodía, so pretexto de que iba a pedirle unos informes; y después de haberse entretenido un rato con don Bosco, le dijo, que se vería muy honrado si le invitaba a comer en su compañía, ya que sus asuntos no le permitían volver a Superga. -Con mucho gusto, respondió don Bosco; pero antes, permita que avise a mi madre del honor que nos hace, porque nosotros no tenemos de repente con qué tratar a usted como se merece, ni comidas como las que usted acostumbra a ver sobre su mesa. -No; déme este gusto; no avise nada a la cocina. Me bastará su comida ordinaria. Después de un poco de insistencia, por una y otra parte, fueron a comer. Don Bosco, dirigiéndose a mamá Margarita le dijo: -Mire, tenemos con nosotros al abate Stellardi. -Podías haberme avisado antes; ahora no tengo nada preparado, dijo Margarita. -Pero es que él no quiere nada más que nuestra comida, exclamó don Bosco sonriendo. -Sí, sí, añadió el Abate, me conformo con comer lo mismo que don Bosco. -íAsí sea!, replicó mamá Margarita, que puso la mesa enseguida. La sopa era de arroz con castañas y harina de maíz. Don Bosco comió con buen apetito, pero el Abate probó media cucharada y, torciendo el rostro hacia otra ((**It4.194**)) parte, no pudo tragarla y dijo: -Bueno, bueno, comeré el otro plato. Como primer plato llegó un pedazo de merluza cocida con un (**Es4.155**))
<Anterior: 4. 154><Siguiente: 4. 156>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com