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((**Es3.431**) perseguían por los campos. Llegaron a las cercanías de Turín medio muertos de hambre y de cansancio. Como era todavía muy de día, se escondieron tras los ribazos y quebradas para no ser vistos y burlados y, al caer la noche, entraron callandito y poco a poco en sus casas. El Oratorio quedó cerrado, porque don Juan Cocchis vivió en un lugar desconocido durante algún tiempo; luego marchó a Roma, después de la entrada de los franceses, para ponerse a disposición de Propaganda Fide. Pero cambió de opinión y volvió a Turín, donde el 13 de octubre, en compañía de los teólogos Tasca y Bosio, proyectaba una casa de beneficencia para artesanitos pobres y recogía a los dos primeros en casa del portero de su Oratorio en Vanchiglia, pagando él la pensión. Este fue el origen del gran Instituto de los Artigianelli (Artesanitos), cuyo edificio se levantó después en la avenida Palestro, por los incansables colaboradores de don Juan Cocchis, los teólogos Roberto Murialdo y José Berizzi. En tanto, él, que no tenía con que pagar el alquiler y la manutención de los jóvenes, cuyo número crecía, debía industriarse como don Bosco, para su alimentación y vestido. Esta preocupación, unida a sus obligaciones en la ((**It3.560**)) parroquia de la Anunciación, acabó por impedirle volver a abrir su Oratorio. Estaba éste cerrado hacía varios meses, cuando don Bosco y el teólogo Borel, conscientes de su necesidad en aquella barriada, se entendieron con el mismo don Juan Cocchis, le reemplazaron en el local alquilado para tal fin, con la aprobación pedida a monseñor Fransoni y obtenida por escrito, volvióse a abrir dicho Oratorio, bajo el título del Angel Custodio. Consistía en un gran patio cercado, anexo a la casa de los propietarios, con dos sotechados, uno al norte y otro al poniente. Había una casita con dos habitaciones sobrepuestas en el ángulo formado por los dos sotechados y una sala grande, levantada a continuación del sotechado de poniente, hacia el sur, que don Bosco adaptó para capilla, con un rinconcillo adosado que servía de sacristía. El alquiler estipulado fue de novecientas liras al año, y no es para dicho lo que le tocó industriarse al buen siervo de Dios para llevar a cabo la nueva empresa. Con la ayuda del párroco de la Anunciación, teólogo Luis Fantini, se celebró la reapertura el 24 de octubre, fiesta de San Rafael Arcángel; y, dada la gran devoción que don Bosco tenía a los Angeles Custodios, determinó que cada año se celebrara dicha fiesta en Vanchiglia con gran solemnidad. Se adoptó el mismo horario, método y reglamento para las funciones sagradas, prácticas de piedad, (**Es3.431**))
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