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((**Es3.394**) liras a don Bosco, como consta en las memorias del teólogo Borel, y todo hace suponer que era una limosna del Rey. En tanto, se organizaba en el Oratorio una fiesta inolvidable. La comisión promotora de la obra del Obolo de ((**It3.508**)) San Pedro, invitada por don Bosco, se complacía el 25 de marzo en enviar al Oratorio a dos de sus ilustres miembros para recibir en persona su ofrenda. Eran los dos delegados el canónigo Valinotti y el marqués de Cavour. Como era domingo de pasión y celebraban los muchachos la Anunciación de María Santísima, se habían reunido en número extraordinario. Hemos encontrado entre los documentos la copia de un discurso, leído en aquella ocasión por un muchacho, en nombre de sus compañeros, y que estaba concebido en estos en estos términos: <>Apenas nos llegó la dolorosa noticia de que el Santo Padre pasaba estrecheces, nos conmovimos profundamente. Aumentaba nuestro dolor, al considerar que nuestra condición nos impide corresponder a tan inesperada necesidad. No obstante, deseosos de dar testimonio de amor y de fifial veneración a la Cabeza de la Iglesia Católica, a nuestro Padre común, sucesor de San Pedro y Vicario de Jesucristo, hemos hecho nuestros esfuerzos y hemos reunido el óbolo del pobre. Hemos recogido treinta y tres liras, cantidad insignificante para su sublime destino, pero que nos hará dignos de benigna compasión, considerando nuestra edad y nuestra condición de obreros y pobres hijos de familia. >>Señores, sabemos que vuestro corazón es bueno y que por tanto, agradeceréis nuestra pequeña oferta, en la persuasión de que nuestra voluntad hará más, si la imposibilidad no nos lo impidiera. >>Y si en este momento fuera posible que el Santo Padre oyese nuestra voz, ((**It3.509**)) de rodiallas a sus pies, quisiéramos todos a una exclamar: -Beatísimo Padre, éste es el momento más afortunado de nuestra vida: formamos un conjunto de muchachos que nos consideramos felices, al poder dar una muestra de nuestra veneración a su Santidad. Nos profesamos afectuosísimos hijos vuestros y, pese a los esfuerzos de los malvados por alejarnos de la unidad católica, nosotros, reconociendo en Vuestra Santidad al Sucesor de San Pedro. Vicario de Jesucristo, e íntimamente persuadidos de que quien no esté unido a Vos, se pierde eternamente y de que ninguno que se aparte de Vos puede pertenecer a la verdadera Iglesia, declaramos que queremos vivir y morir siempre unidos a esta Iglesia de la que (**Es3.394**))
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