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((**Es3.354**) palabra de Dios y que las otras armas sean la confesión y la comunión frecuente. Considero las diversiones como un medio para llevar a los muchachos al catecismo. Los otros distintos jefes de Oratorio, todos, quién más quién menos, están entrometidos en cuestiones políticas y su predicación es a menudo más que una instrucción, una arenga patriótica. Yo no quiero inmiscuirme en la política de ningún modo. >>Cómo, por tanto, va a ser posible poner de acuerdo a hombres de opiniones contrarias y que emplean medios tan distintos? Sin embargo, yo no condeno a ninguno..., y deseo se me trate con la misma medida... Hagamos por tanto así: Omnis spiritus laudet Dominum! (íTodo espíritu alabe al Señor!). Usted, señor canónigo, tiene ya su plan: póngalo en práctica y haga el bien: no le faltarán ocasiones para fundar nuevos Oratorios. Yo tengo también mi plan: veo sus conveniencias y los medios con que cuento y voy adelante: vaya cada cual libremente por su camino. Lo que importa es hacer el bien. Además, necesito autonomía y, si debo rodearme de muchos jóvenes, necesito sacerdotes, clérigos, hombres que dependan totalmente de mí y no de otros. -Por lo visto, observó el señor Durando, usted quiere fundar una congregación. -Congregación o lo que fuere; yo necesito erigir Oratorios, capillas, iglesias, catecismos, escuelas, y sin un personal a mi disposición, no puedo hacer nada. ((**It3.455**)) -Pero, >>cómo se las va a arreglar para meterse en empresas de ese tamaño? Harían falta locales y dinero en cantidad. -íNo harían falta! Se necesitan..., íy se conseguirán! El señor Durando se levantó y dijo: -Entonces ya no es el caso de seguir exponiendo razones. Y así terminó aquel intento, inspirado en deseos laudables, pero no acertados. Se llamó testarudez a su constancia, fue tomado a chacota hasta por sus amigos más íntimos, pero él siguió impertérrito su plan. No mucho más tarde, contaba él mismo este episodio a alguno de sus primeros clérigos y repetía lo que ya había dicho muchas veces; sus propias palabras, conservadas por escrito, llegaron hasta nosotros: -No me desalentaba por nada, pues yo sabía, y ése era mi consuelo, que el Señor continuaría y completaría su Obra por medio de los mismos muchachos, educados en el Oratorio; sobre el frontis de una casa, construida más tarde en el espacio ocupado por el edificio Pinardi, y que tenía la forma actual, antes de que éste existiera, había yo visto con caracteres cubitales: Hic nomen meum; hinc inde (**Es3.354**))
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