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((**Es3.318**) observar que en aquel momento tenían fe y se mostraban altamente católicos, pues habían sido educados por padres cristianos. Sobre todo a Gustavo se le veía frecuentemente en las iglesias de Turín acercarse a comulgar, con una compostura edificante. El mismo Camilo, menos conocido en el Piamonte por haber vivido varios años en Inglaterra, fue visto todavía en 1850 en la iglesia de la Anunciación recibiendo la comunión de manos del teólogo Fantini, posteriormente preconizado Obispo de Fossano. Al principio del Risorgimento italiano, parecía conservador, y, aunque embebido en los errores regalistas, nadie hubiera visto en él a un enemigo del Papa y de la Iglesia. Mientras tanto, en 1848, Turín se preparó para publicar la prensa católica. La imprevista aparición y rápida propaganda del periodismo sectario y liberal hizo sentir muy pronto a los católicos la necesidad de publicar un periódico que asumiese la defensa de la religión y de sus derechos. Por eso, a la par que monseñor Luis Moreno, obispo de Ivrea, estudiaba el modo y la manera, y consultaba a don Bosco, algunos eclesiásticos y seglares genoveses lanzaban un proyecto de periódico que se titularía Armonía. Pero graves dificultades iban prorrogando su publicación. Al conocer los proyectos de monseñor Moreno, propusiéronle el periódico con el título ideado y le ofrecieron los fondos recolectados. Accedió Monseñor y, obtenida la bendición ((**It3.409**)) pontificia, apareció en Turín el 4 de julio de 1848 el primer número de Armonía, bajo la dirección del teólogo Guillermo Audisio, presidente de la Academia de Superga, y de los marqueses Birago di Vische y Gustavo de Cavour, quien fue por varios años uno de los más cotizados escritores. Este periódico tuvo el orgullo de ser en el Piamonte el primero, el más valiente y documentado defensor de la Iglesia, del Papa y del Clero católico, del poder temporal, del matrimonio cristiano, y el adversario más constante de los sectarios y de los liberales. Don Bosco, que tan partidario se había mostrado de aquella publicación, al extremo de ganarse la confianza y los reproches de algún destacado liberal, como nos consta a ciencia cierta, se retiraba por aquellos días con don Cafasso a los Ejercicios de San Ignacio, y se preparaba en aquel lugar tranquilo para nuevas luchas. Mientras estuvo en el monte, ocurrió un hecho, repetido después varias veces más y que nos lo contó el teólogo Borel. Don Bosco había escrito al querido Teólogo que el domingo anterior los muchachos Costa y Baretta habían entrado en la capilla por la puerta principal y habían salido después por la de la sacristía; que, en vez (**Es3.318**))
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