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((**Es3.295**) Y así podría ser en otras personas, pero no en Margarita. Veíase en ella tal naturalidad, brillaban sus ojos con tal candor y era tal la compostura y expresión de su rostro, que se veía cómo su pensamiento estaba fijo en la presencia de Dios. -Su confianza en la oración no tenía límites, nos afirmaba el mismo don Bosco. (**Es3.295**))
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