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((**Es3.242**) contra los Soberanos, reprimidas con gravísimos castigos, y la fusión con los protestantes en tiempos de Calvino. ((**It3.307**)) De los valdenses llegaba don Bosco, en el curso de su historia, a las desagradables, impías y sanguinarias figuras de Lutero, Calvino y Enrique VIII: contraponía la celestial visión de los hijos de la Iglesia Católica que vivieron contemporáneamente: San Cayetano de ThiŠne, San Jerónimo Emiliani, San Juan de Dios, Santo Tomás de Villanueva, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Pedro de Alcántara, San Felipe Neri, San Pío V, Santa Teresa, San Carlos Borromeo, San Francisco de Sales, San Vicente de Paúl, San Luis Gonzaga y cien más. La santidad se confunde con la verdad. Adoptó otro modo para desenmascarar los errores del protestantismo, esto es, aludir a él mientras exponía las antiguas herejías. Por ejemplo, después de decir que el VII Concilio Ecuménico y segundo de Nicea habían condenado a los iconoclastas, o sea a los destructores de las imágenes, añadía: Los protestantes siguen también los errores de los iconoclastas. Apuntaba la horrible blasfemia de Gottescalco1 al afirmar que Dios predestina a unos a la gloria eterna y a otros al infierno, por no querer que todos se salven, añadía: Estos errores fueron después reproducidos por Lutero y por Calvino. Finalmente, así como los protestantes afirman que la Iglesia católica de hoy no es la de los primeros siglos fundada por Jesucristo, él, sin hacer alusión a estos herejes, demuestra con los hechos cómo ha sido siempre la misma. En el siglo primero, escribe, se instituyó la celebración del Domingo, de la Navidad del Señor, de la Epifanía, de la Pascua, de la Ascensión y de Pentecostés; se impuso y se guardó el ayuno en Cuaresma y en las cuatro Témporas por tradición apostólica, se estableció el uso del agua bendita contra las asechanzas del demonio y otros males corporales; el lavatorio de los pies en el Jueves Santo, la señal de la santa Cruz; mandóse también que mientras se celebra el santo sacrificio ((**It3.308**)) de la misa hubiera en el altar dos velas encendidas y un crucifijo en el medio. En el siglo segundo, ya celebraba tres misas cada sacerdote en la Nochebuena. En el siglo tercero, el Papa Ceferino impuso el precepto de comulgar por Pascua. En el siglo quinto, establecía San Zósimo Papa que cada parroquia, en Semana Santa, bendijera el cirio pascual, y se instituyeron las rogativas públicas. En el año 431, el Concilio de Efeso, aprobado por Celestino I, definía solemnemente que la Virgen María era la 1 Gottescalco: Es uno de los herejes cátaros del siglo XIII (N. del T.) (**Es3.242**))
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