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((**Es3.173**) que ordinariamente era uno de los teólogos Vola. Los domingos, los internos tomaban parte con los alumnos externos en todas las funciones del Oratorio Festivo. ((**It3.213**)) Entre semana, dichos internos salían con su ración de pan a trabajar a la ciudad y don Bosco, haciéndoles de padre solícito, les preparaba para la comida y la cena, una abundante menestra, pan y a veces algo más. Los proveía de vestido y calzado, según la necesidad y sus posibilidades. A la par que cubría sus necesidades materiales, don Bosco cuidaba con más solicitud su inteligencia y su corazón. Sus condiciones y su vocación de educador cristiano de la juventud quedaron demostradas con los hechos; el éxito que obtuvo fue extraordinariamente maravilloso, primero con los muchachos externos y después con los internos asilados, que de siete pasaron a ser millares. Dios era el fundamento de su sistema. Había estudiado la pedagogía en la Sagrada Escritura dictada por aquel Divino Educador que redimió al hombre caído y lo quiso semejante a sí mismo, perfecto, santo, feliz e inmortal. Don Bosco se preocupaba de instruir a sus alumnos, antes que nada, en las verdades esenciales de la fe; después, a medida que progresaban, les hacía aprender el catecismo superior. Por fin enseñaba a los más adelantados los razonamientos para refutar los errores del día. En la escuela de don Bosco la ciencia de la salvación del alma ocupaba el primer lugar. (**Es3.173**))
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