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((**Es3.135**) >>-Para ganar méritos. >>->>Y por ningún otro motivo? >>-Porque el Señor lo quiere. >>->>Y por algo más? >>El joven no sabía qué añadir. Entonces yo le decía: >>-Y porque le gusta a don Bosco, que es tu amigo y busca tu bien. >>A estas palabras se conmovían, me tomaban la mano y besaban y volvían a besar, derramando a veces lágrimas de consuelo. Yo les decía esto para inspirarles cada vez más confianza.>> No era el hombre, era el sacerdote quien les pedía el corazón para entregarlo a Dios y con este fin había establecido en el Reglamento del Oratorio Festivo las normas prácticas para acercarse dignamente a las fuentes de la gracia, la confesión y la comunión.1 1 P. II, c. VII.-1 No olvidéis, mis queridos jóvenes, que los dos puntales más fuertes para sosteneros y adelantar por el camino del cielo son los sacramentos de la confesión y comunión. Por esto considerad como el enemigo peor de vuestra alma, a quien pretenda apartaros de estas dos prácticas de nuestra santa religión.-2. No hay mandato entre nosotros de acercarse a estos santos sacramentos; cada cual es libre de acercarse por amor y jamás por temor. Esto ha dado muy buenos resultados, pues vemos a muchos que los reciben cada ((**It3.163**)) quince días o cada ocho y algunos todos los días, en medio de sus ocupaciones, hacen ejemplarmente la comunión. La comunión solía ser diaria entre los cristianos de los primeros tiempos; la Iglesia Católica inculca en el Concilio Tridentino que todo cristiano reciba la sagrada comunión cuando va a oír misa.-3. Con todo, yo aconsejo a los jóvenes del Oratorio que hagan cuanto dice el catecismo de la Diócesis, a saber: es bueno confesarse cada quince días o una vez al mes. San Felipe Neri, gran amigo de la juventud, aconsejaba a sus hijos espirituales que se confesaran cada ocho días, y que comulgaran aún más a menudo, según el consejo del confesor.-4. Se recomienda a todos, especialmente a los mayores, que reciban los santos sacramentos en la iglesia del Oratorio, para dar buen ejemplo a los compañeros; porque un joven, que se acerca a la confesión y a la comunión con verdadera devoción y recogimiento, causa mejor impresión a veces sobre las almas de los demás que un largo sermón.-5. Los confesores ordinarios son el Director del Oratorio, el Director Espiritual y el Prefecto. En las solemnidades se invitará también a otros confesores para comodidad de todos.-6. Si bien no es pecado cambiar de confesor, con todo, os aconsejo elegir uno estable, porque sucede con el alma lo que hace el jardinero con una planta, el médico con un enfermo. En caso de enfermedad, el confesor ordinario conoce mucho más fácilmente el estado de nuestra alma.-7. El día que elijáis para acercaros a los santos sacramentos, al llegar al Oratorio, no os entretengáis en el patio, sino id enseguida a la capilla, preparaos de acuerdo con las normas explicadas en las instrucciones religiosas o con las indicadas en El Joven Cristiano y en otros libros de piedad. Si os toca esperar, tomadlo con paciencia y en penitencia de vuestros pecados. Pero no riñáis para impedir que otros os (**Es3.135**))
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