Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es2.42**) podían comprometerlos, y se escondieron hasta que, merced a los buenos oficios de personajes influyentes y la falta de pruebas, dejaron de ser molestados. Pues bien, este piadoso y docto sacerdote, que conocía perfectamente las necesidades de su tiempo, creyó era importantísimo que los jóvenes sacerdotes, al terminar los estudios en el seminario, se perfeccionaran en la moral práctica antes de empezar a ejercer el sagrado ministerio. Profundamente persuadido de ello, el experto Doctor, empezó desde 1808 a preparar en su propia casa a algunos nuevos sacerdotes con lecciones de moral. Así continuó hasta 1818, en que, libre el Piamonte del gobierno de Napoleón I y desalojado de militares el convento de los Menores Conventuales, anejo a la iglesia de San Francisco de Asís, el teólogo Guala estableció en él un Convictorio o Residencia Sacerdotal con su correspondiente reglamento para sacerdotes jóvenes. El rey Carlos Félix le autorizaba en 1822 para aceptar donativos y legados, y le permitía ocupar la parte no vendida del suprimido convento. La Autoridad eclesiástica prestó también su ((**It2.41**)) eficaz apoyo a la santa institución, y monseñor Colombano Chiaverotti, arzobispo de Turín, por decreto del 4 de junio de 1823, nombraba rector de la Residencia Sacerdotal al propio don Guala y aprobaba su reglamento. Los sacerdotes allí inscritos tenían meditación, lectura espiritual, dos clases de moral diarias, lecciones de predicación y comodidad para leer, estudiar y consultar buenos autores. El bien que don Guala proporcionó con esta fundación a las diócesis del Piamonte fue inmenso; especialmente a la de Turín. Logró arrancar con ella las raíces que quedaban del jansenismo; execrable doctrina, que con su arbitrario rigorismo, desalienta a las almas en el camino de la eterna salvación y las aleja y las priva de las fuentes vitales de la redención divina. Enseñaba, entre otras enormidades, que el penitente reo de culpas, aunque no fueran muy graves, no era digno de absolución, sino después de meses y años de austera penitencia; que la sagrada comunión requiere disposiciones angelicales y, por tanto, un cristiano nunca está suficientemente preparado para acercarse a la Mesa Eucarística. Contra tan desastrosos errores surgió en el siglo precedente el doctor San Alfonso, fundador de los Redentoristas, cuyas obras son un antídoto eficacísimo. Por esto el teólogo Guala se empeñó en difundir por el Piamonte las obras de este Santo, impresas en Francia e introducidas clandestinamente, por la hostilidad del Gobierno y sus pocos católicos consejeros. Se servía para ello de un tal Giani, escultor penitente suyo, natural de(**Es2.42**))
<Anterior: 2. 41><Siguiente: 2. 43>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com