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((**Es2.419**) santa misa, cuando don Bosco estaba ausente. Pero no podían hacer más, pues la mayor parte tenían otras obligaciones importantes en la ciudad. No podía contar con seguridad con los pocos que andaban más libres porque muchas veces no aparecían en clase por algún impedimiento. El teólogo Borel acudía frecuentemente en ayuda de don Bosco; pero, como estaba continuamente ocupado con tantas obras buenas y ministeriales, podía atender poco a los muchachos, ya que su actividad y quehaceres se desenvolvían en otros campos. Si él dirigió el Oratorio, durante la enfermedad de don Bosco, fue en razón de una caridad que superaba los excesos más agobiadores de las fuerzas humanas, y que no podía prorrogarse indefinidamente. Dónde, pues, encontró don Bosco maestros para tantas clases y tantos muchachos? El mismo se los fabricó: he aquí cómo. Había entre los que frecuentaban el Oratorio algunos mayorcetes de mucho talento, que deseaban instrucción más completa, para crearse una posición desahogada en sociedad. Pues bien, don Bosco escogió a algunos de éstos y les dio, en horas aparte, enseñanza gratuita de italiano, latín, francés, aritmética y otras materias, a condición de que ellos, a su vez, le ayudasen a enseñar catecismo durante la Cuaresma y a dar clase los domingos y por la noche a sus compañeros. ((**It2.559**)) Algunos pertenecían al grupo de aquéllos primeros que reunió cuando vivía en la Residencia Sacerdotal de San Francisco de Asís. La prueba constituyó un éxito, que ciertamente costó a don Bosco trabajos y sudores, porque más de uno falló a su palabra, después de haberle hecho gastar tiempo y dinero en libros y ayudas familiares. Esto maestrillos, sólo ocho o diez al principio, aumentaron después; le ayudaron a instruir a sus muchachos y ellos mismos ocuparon en el mundo puestos honrosos y llegaron a ser hombres influyentes en la ciudad para bien propio y del prójimo. Y al descubrir en algunos de ellos las cualidades oportunas y una decidida vocación sacerdotal, empezó a darles clases particulares, de suerte que resultaron excelentes sacerdotes para el ministerio de las almas. Así comenzó en el Oratorio la sección de estudiantes, que todavía hoy sigue suministrando a la obra de don Bosco maestros, profesores y educadores para sus centros de educación en Italia, Francia, España, Inglaterra, Austria, Suiza, América, Palestina y Africa. Leemos en una memoria autógrafa de don Bosco este precioso recuerdo de aquellos tiempos: -<(**Es2.419**))
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