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((**Es2.327**) rentas heredadas de sus padres, guardando para sí lo puramente necesario. Don Bosco se encontró con él por vez primera cuando fue a predicar en el Retiro de las Hijas del Rosario donde era director espiritual el Teólogo desde hacía muchos años. Aunque don Vola llevaba a don Bosco dieciocho años, se entabló enseguida entre esas dos almas santas una cordial amistad. Don Bosco admiraba en él su gran tranquilidad y su calma, hijas de su paz interior; su edificantísima humildad, su celo prudente, su trato fino, modesto, agradable, sin sombra de afectación, y sobre todo su espíritu de sólida piedad y devoción. Y don Vola, que estimaba a don Bosco por esas mismas dotes, iba de cuando en cuando a ayudarlo. No podía ocuparse de la asistencia; pero camino del Buen Pastor, donde era confesor ordinario, se detenía en el Oratorio, y cuando faltaba el teólogo Borel, encantaba a los jóvenes con sus hermosas pláticas, hasta el 1856. Por estas y otras razones el Oratorio de Valdocco tomó muy pronto una orientación consoladora. Don Bosco dejó escrito: <((**It2.433**)) Por otra parte se debe añadir que, en medio de aquella gran ignorancia, admiré siempre un gran respeto a la Iglesia, a los ministros sagrados, y un gran interés por aprender los dogmas y los preceptos de la religión>>. El horario que entonces se usaba en la dirección era más o menos el mismo que todavía hoy se sigue en el Oratorio de San Francisco de Sales con los muchachos externos, y en todos los demás que nacieron de él. Vale la pena hacer una breve reseña para norma común. En los días festivos se abría muy temprano la iglesia y empezaban las confesiones, que duraban hasta la hora de misa. Esta esta fijada para las ocho; mas, para satisfacer a todos los que deseaban acercarse a los santos sacramentos, muchas veces se retardaba hasta las nueve y aún más, porque le tocaba al pobre don Bosco, como suele decirse, repicar y andar en procesión. Los sacerdotes que le ayudaban estaban por la mañana ocupados en sus iglesias. Durante la misa, alguno de los mayores más juiciosos asistía a los compañeros, y otro dirigía las oraciones y la preparación a la santa comunión. Al terminar el Santo Sacrificio, don Bosco se quitaba los ornamentos, subía al pequeño púlpito y les daba una breve plática. Al principio explicaba el Evangelio; pero después empezó a narrar hechos (**Es2.327**))
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