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((**Es2.234**) años ante las autoridades. El santo sacerdote hacía que su querido amigo apareciera en toda circunstancia y le atribuía la gloria de todo el bien que se hacía en el Refugio, lo alababa cuanto podía ante la gente, ocultando su persona, su propia colaboración y sus trabajos, bajo la capa de una sincera y admirable humildad. Así lo dejó escrito el mismo don Bosco. Como quiera que la Alcaldía estaba convencida de la inconsistencia del escrito del difunto capellán de San Pedro contra los muchachos de don Bosco, acogió y atendió esta vez la petición. Respondió así al teólogo Borel: <((**It2.304**)) en el segundo patio de los edificios de los Molinos y no se impida la celebración de la misa en los días festivos, tengo el gusto de participarlo a V.M.Il. y Rvda. Señoría convencido de que procurará que no se siga ningún inconveniente al otorgado permiso. Tengo el honor de reiterarme con distinguida consideración De V.M.Il. y Rvda. S. Atento y s.s. El Jefe de Intervención D. POLLON, (Cab.)>> Apenas tuvo don Bosco en sus manos este comunicado, fue a visitar la capilla designada. Habló con sus guardianes, alquiló en el edificio contiguo una habitación de la planta baja para su uso particular comunicó al párroco de Borgo Dora el permiso obtenido y, aquel mismo día, trazó su programa con el teólogo Borel. El domingo IX después de Pascua, 13 de julio, los jóvenes se reunieron por última vez para oír la santa misa en su capilla de San Francisco de Sales y, al terminar, les dio don Bosco la desagradable noticia de que era forzoso cambiar de sitio. Fue un momento de (**Es2.234**))
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