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((**Es2.152**) Magistratura de la Reforma, se dejó engañar por tales señores y secundó, sin darse cuenta, los secretos designios de la secta, que trabajaba para sembrar la semilla de una pérfida educación. Monseñor Pasio escribió a Milán pidiendo al cónsul de Cerdeña un profesor de distinguida competencia, y el gobernador general de Lombardía, requerido al efecto, propuso al abate Aporti, del que tejía los mayores elogios, y Monseñor aconsejó a Carlos Alberto que lo hiciera llamar a Turín. El rey había informado de estos proyectos a monseñor Fransoni, que era contrario a los planes de monseñor Pasio. Efectivamente, el Santo Padre Gregorio XVI, en 1839, con una circular a los obispos de los Estados Pontificios, había prohibido los asilos de infancia, si presentaban el carácter que les asignaba el mismo Aporti. Se acercaba, pues, la hora de las primeras escaramuzas dirigidas por los autores del error contra la Iglesia. Ahora bien, don Bosco podía llevar adelante su misión, necesitaba ponerse en relación con los prelados de la Santa Iglesia, con las personas más nobles, más religiosas de la ciudad y del reino, pertenecientes al clero secular, a las órdenes religiosas, a la magistratura y al mismo Consejo del Soberano. Estos debían ser sus más insignes bienhechores, sus consejeros y sus más atentos auxiliares. Y la divina Providencia iba realizando estos contactos, los cuales, sin las circunstancias por Ella predispuestas, no hubieran sido tan fáciles ni tan solícitos. En sus visitas al arzobispado se encontraba don Bosco frecuentemente con obispos que acudían a hablar con el ((**It2.190**)) Metropolitano, y asimismo con prelados de otras provincias eclesiásticas del reino, que llegaban a Turín para dirigirse a la Corte. Yo creo que en estas ocasiones conoció a muchos respetables personajes. En efecto, desde los comienzos de su carrera sacerdotal, le vemos tratar, diría que como a iguales, salvo el respeto debido al carácter episcopal, con monseñor Felipe Artico, obispo de Asti, con monseñor Modesto Contratto, capuchino, obispo de Acqui, con monseñor Juan Pedro Losana de Biella; tiene una gran familiaridad con los obispos monseñor Clemente Manzini, de Cúneo, carmelita descalzo; monseñor Luis Moreno, de Ivrea, monseñor Alejandro Vicente Luis de Angennes, amigo del dominico monseñor Juan Tomás Ghilarde, obispo de Mondoví, que gozaba de mucha entrada en la Corte y era celosísimo en promover la piedad y defender los derechos eclesiásticos. A éstos y otros varios hay que añadir el nuevo Vicario Apostólico ante la corte de Saboya, monseñor Antonio Antolucci, arzobispo de Tarso. De este modo tuvo don Bosco, desde estos sus primeros años hasta (**Es2.152**))
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