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((**Es19.344**) 13 Las Misas de los maestros Antolisei y Pagella I ...El Maestro Antolisei se presenta, por el modo que emplea para construir la polifonía vocal, como un fiel seguidor de la escuela romana perteneciente al período postpalestriniano y que viene a parar al imaginativo Octavio Pitoni. En consecuencia habría que decir que el maestro Antolisei pertenece al grupo de los continuadores de la escuela de la polifonía homófona: la que emplea la forma de amplias líneas eurítmicas, que recorre con rayos de color, y que soberbiamente se encuadra en el ambiente de las Basílicas romanas de los siglos XVI y XVII. Estudiémoslo siguiendo su hermoso trabajo. El primer tema del Kyrie, bien inventado y que se oye con gusto en sus inversiones, expuesto desde el primer bajo, se presenta breve, pero incisivo e insinuante. Se le encuentra a menudo vuelto del revés, invertido y superpuesto también en otras voces, ya sea en el tercer Kyrie, ya sea en el Miserere nobis del Qui tollis y en el del Agnus Dei. El Christe, de ritmo ternario, contrasta eficazmente con el primero y el tercer Kyrie, sobre todo porque la propuesta de los sopranos y contraltos es continuada después por las voces viriles en una tercera más alta, para volver de nuevo, con acertado sentido de variedad, a las voces agudas. Parece notable el hecho de que el Kyrie empieza con la tónica para acabar con la dominante, mientras el Gloria empieza por la dominante para ((**It19.418**)) acabar con la tónica. Lo cual imprime realmente un sentido de unidad arquitectónica y tonal muy interesante y genial a las dos composiciones. En el Gloria se presenta vigoroso y bien trazado, a la manera de los más expertos polifonistas, el Glorificamus Te; y al fin del Qui tollis, como ya se ha dicho, vuelve muy bien el Miserere nobis con el tema del Kyrie en los primeros bajos, mientras el Tu solus Altissimus, con la subida de las voces por procedentes acordes sincopados, se lanza vigoroso a las alturas con clara y luminosa sencillez a un mismo tiempo. También el Cum Sancto Spiritu resulta original, bello y eficaz en sus progresiones ascendentes y descendentes en las que las voces magníficamente dispuestas, se matizan con una sonoridad intensamente expresiva. Con el Amen final forma un trozo de treinta compases que se desenvuelven dentro de la más lógica arquitectura lineal, casi clásica; lo cual honra grandemente al maestro Antolisei. En el Credo, composición siempre ardua y difícil hasta para los mayores maestros, vemos que el autor de esta Misa emplea frecuentemente el estilo homófono en coros acompasados que se responden alternativamente entre sopranos y contraltos, entre tenores y bajos. Por este procedimiento pone a menudo en contraste los tonos claros de las voces agudas con los más oscuros de las voces viriles, fundiéndolos juntos a veces, iluminados por rayos de luces vivaces y fascinantes. Desde el principio se observa que las voces se mueven y alternan expeditamente siguiendo la áurea regla enseñada por los maestros clásicos de la polifonía, para los cuales todo tema debe corresponder a un determinado párrafo del texto musicado. El Et incarnatus en voz baja, devoto, con alusión al recuerdo del divino misterio, encierra unas sucesiones de acordes de armonía que se acercan a un bien entendido estilo moderno y que se oyen con gusto por su significación y expresión. A continuación se presenta vibrante el grito impetuoso del Crucifixus que el maestro Antolisei ha sentido (**Es19.344**))
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