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((**Es19.340**) labor que don Bosco desarrolló en aquella ocasión, con el Gobierno por un lado y con el Papa y los altos prelados por otro, indicar todos los obstáculos que encontró y que logró superar, se tendría una prueba de que la santidad, cuando posee singulares dotes naturales, llega a prestar en todo caso la valentía de que tenemos necesidad. En sus relaciones con el Vaticano se destaca, no menos que en el episodio del veinte de septiembre, la devota pero también valiente franqueza en el hablar: en las relaciones con el Gobierno la conciencia de la propia dignidad y de los propios deberes sacerdotales; con una y otra parte, la autoridad que le venía de unir con el perfecto desinterés por sí mismo, el más ardiente y a la vez el más agudo interés por las almas, por la Iglesia, por la Patria. Esta altura de intenciones le daba, además, la calma necesaria para los grandes asuntos. Gracias al éxito de don Bosco, se empezó con la provisión de las diócesis. En el Consistorio del 23 y del 27 de marzo de 1867 se nombraron treinta y cuatro obispos. Pero la anexión de Roma, con todas sus consecuencias morales, políticas y jurídicas, agravó todavía más la cuestión de los nombramientos episcopales. Había sesenta diócesis del reino, entre las viejas y nuevas vacantes, que se encontraban sin pastores. Y he aquí de nuevo a don Bosco, de acuerdo con Pío IX, instar a Lanza, a la sazón presidente del Consejo, y sin esperar la invitación, ofrecerse como negociador. Lanza aceptó, y el sacerdote piamontés afrontó las crecidas dificultades en repetidos viajes a Roma y obtuvo que desde el 17 de octubre de 1871 se arreglaran cuarenta sedes. Después de estos experimentos conciliatorios, aunque de una conciliación, por entonces parcial y accesoria, >>fue llamado en 1874 para tratar la verdadera y real? >>Se extendieron en ella aquellos tratos con Vigliani, ministro de Justicia del ministerio Minghetti, que obtuvieron mientras tanto salvar de la supresión las Casas Centrales de las Ordenes religiosas y cuatro insignes monasterios de Roma? Parece cierto que Bismark, presionando entonces sobre Italia para que no se hiciese la Conciliación, atribuyó a las gestiones de don Bosco, de cuya presencia y actuación se mostraba informado e inquieto, una intención tan amplia. Pero en 1878 se renovó la ocasión en la que don Bosco sirvió de trámite utilísimo entre el Gobierno y el Vaticano. Presentóse él al Ministro ((**It19.414**)) del Interior Crispi para obtener la seguridad de los Cardenales, durante el Cónclave del que debía salir el Sucesor de Pío IX, y para que tuvieran todas las garantías de defensa y de libertad en Roma. Y fue esta seguridad la que persuadió al Sacro Colegio para no moverse y evitar el funesto error de un Cónclave en el extranjero. De haber cometido este error, hoy no se habría obtenido el Pacto de Letrán. Así resulta que don Bosco está presente como cuidadoso actor, en todo ensayo especial de conciliación, en todo antiguo elemento, indispensable para la Conciliación finalmente realizada. Está muy bien, por tanto, que la Paz Romana y su sagrado triunfo estén unidos hasta con la coincidencia del tiempo. FELIPE CRISPOLTI (**Es19.340**))
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