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((**Es19.317**) Escocia y hasta de la lejana Irlanda. El nombre de don Bosco encuentra también por aquellas tierras muchas simpatías y su iglesia se ha convertido hoy en meta de peregrinaciones de las comarcas limítrofes; acuden allí con singular predilección los socios de la Acción Católica. Sellóse el cincuentenario del modo más digno que podía imaginarse. Y lo puso bellamente el <>, beatificando a la Madre María Mazzarello. Roma dio a la nueva Beata el título de <>: título muy honorífico y merecido. Correspondióle el gran honor de haber tenido una parte muy importante en la fundación de una familia religiosa destinada a tan glorioso porvenir; su mérito está en haberse convertido en dócil instrumento en manos de San Juan Bosco para plasmar las primeras Hermanas, que debían dar a la Congregación la iniciación y casi el tono querido por el Fundador. Ella puso a disposición del Santo las más selectas virtudes que pueden adornar ((**It19.385**)) el corazón de una virgen consagrada a Dios, y el Santo la dirigió en la empresa, la sostuvo en los sacrificios, complaciéndose al descubrir en ella los tesoros de gracia, que el Señor le había dado para la propia santificación y el buen gobierno de sus súbditas. Con razón escribió don Pedro Ricaldone, en su carta anual a los Cooperadores y Cooperadoras 1: que la beatificación de María Mazzarello <>. Se celebró esta beatificación el 20 de noviembre de 1938. Iba en tercer lugar, después de la de María Josefa Rossello y la de Francisca Javier Cabrini, pero superó a ambas, y con mucho, por el concurso de romanos y forasteros. Evidentemente actuaba el nombre de don Bosco en un movimiento, que superó toda esperanza. El Papa quiso conceder una solemne audiencia el día de la víspera. Acudieron casi cinco mil personas. El venerando Anciano atravesó las salas atestadas de gente, entre entusiastas aclamaciones y, desde el trono, dirigió su augusta palabra, que los altavoces hicieron llegar hasta los que estaban más lejos. Dijo entre otras cosas el Papa: >>Qué podría decirse o añadir a lo que ya dicen las cosas, los acontecimientos? Porque es tan grande esto a lo que Dios nos llama a participar -la elevación de su fiel Sierva a los supremos honores, que reclaman para ella, desde todas las partes del mundo, la luz de San Juan Bosco en la que ella resplandece- que toda expresión resulta inadecuada. No queremos, por tanto, más que recoger el mismo suceso, la palabra que consignamos a la memoria de los presentes, a vuestra práctica de buenos 1 Boletín Salesiano, enero de 1939. (**Es19.317**))
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