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((**Es19.311**) palmo de superficie sin decorar. El modesto decorado hecho tres años después de la muerte de don Bosco, está condenado a desaparecer, salvo las pinturas de la cúpula. Con suma pericia se limpiaron éstas del polvo y la suciedad que por diversas razones, habían cubierto las figuras, y reaparecieron con toda la frescura primitiva, permitiendo así apreciar ((**It19.377**)) la alta calidad del arte de Rollini. De este modo tendrá la basílica de María Auxiliadora toda la hermosura que le corresponde. Aumentará mucho la hermosura la nueva organización de la tribuna para los cantores. Se ha quitado, con inapreciable ventaja para la estética y la visibilidad, todo el conjunto orquestal que ocupaba la pared del fondo y limitaba la luz del rosetón y de dos ventanas. Se colocará el órgano en la galería abierta al lado del evangelio, desde donde, según ha demostrado la experiencia, se difundirá mejor que antes el efecto acústico por todos los ángulos de la iglesia. Pero, mientras tanto, los autores de la gran empresa ya pueden estar satisfechos al comprobar cómo el público alaba sin cesar la parte realizada hasta el presente y anhela se llegue a su término. Ellos son: el Rector Mayor don Pedro Ricaldone, que quiso se hiciera, el Ecónomo General, don Fidel Giraudi, que fue su alma, y el salesiano arquitecto Julio Valotti, intérprete e inteligente realizador. Su satisfacción ha de ser muy grande, puesto que el aplauso de todos viose acompañado por la universal aprobación, dado el modo como se sufragaron los gastos con las aportaciones de personas de toda suerte. Verdaderamente la generosidad de los devotos de María Auxiliadora y de San Juan Bosco no ha dejado de ser nunca inferior a la que ayudó al Santo en la época de la construcción. Para mejor valorar el mérito de los autores de tan gran obra, hay que conocer dos contrariedades especiales, a las que tuvieron que hacer frente y que, con razón, fueron tildadas de trágicas. Al principio, cuando se demolía el ábside, un descubrimiento imprevisto asustó a quien lo presenció: toda aquella masa se apoyaba ca si en el vacío. El año 1864, al excavar los cimientos, se había llegado a un terreno de aluvión, que obligó a establecer un fuerte pilotaje que consolidara los cimientos 1. Habiéndose retirado las aguas con el tiempo, la madera se pulverizó; y por consiguiente los muros quedaron suspendidos sobre huecos espaciosos, apoyándose apenas ((**It19.378**)) en los bordes. Y no fue eso, todo. Comprobóse, a la par, la mala calidad de los materiales de la vieja construcción, de forma que en el interior de los muros, como 1 Memorias Biográficas, vol. VII, pág. 552. (**Es19.311**))
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