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((**Es19.281**) sacerdotales para celebrar la Misa, con la rica casulla que regaló Benedicto XV, avanzaba entre los aplausos de una multitud cada vez más compacta, que se extendía en dos amplias alas a lo largo de las magníficas avenidas, mientras, desde la vasta tribuna levantada en los jardines de la Plaza de Savona, centenares de personas se esforzaban por seguirla en medio de los indispensables paraguas, a lo largo del recorrido triunfal. Pasaba como una bendición de cielo, prenda de bendiciones, montada sobre un chasis, cubierto de damascos y ornamentado con flores. Los hombres se descubrían la cabeza a su paso, muchos se arrodillaban sin preocuparse del agua y del barro, las mujeres se santiguaban, los niños enviaban besos y vitoreaban. <>. Desde las ventanas y balcones de las casas llovían casi sin cesar manojos de flores. Todos intentaban contemplar, a través de los cristales, el rostro del Santo que, como un triunfador, pasaba por la ciudad donde brotó y se desarrolló su obra maravillosa. En la Plaza Solferino esperaban los Grupos XVI y XVII. El alcalde de Turín, conde Pablo Thaon de Revel, asistido por dos vicealcaldes, sonriente bajo el paraguas, que le defendía hasta cierto punto, ocupó inmediatamente su puesto detrás de la urna del Santo. Con él se colocaron todas las Autoridades Civiles, el Cuerpo Consular de dieciséis naciones (Albania, Argentina, Austria, Brasil, Checoslovaquia, Francia, Grecia, Honduras, Hungría, Japón, Méjico, Mónaco, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú), 46 alcaldes, representantes de los Municipios del Piamonte donde existen Obras de don Bosco, entre los cuales ocupaba puesto de honor el de Castelnuovo Don Bosco. La Banda Militar de la Guarnición de Turín distinguía el Grupo XVI del XVII, compuesto por las Representaciones de la Asociación Nacional de Caídos en guerra y de los Fascistas Caídos, de la Asociación Nacional de Mutilados e Inválidos de guerra, del Instituto de Condecoración al valor, de la Universidad de Turín, de las Facultades Pontificias Teológica y de Derecho, de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, de los Institutos Superiores de Enseñanza, de la Asociación Fascista de la Escuela, de la Juventud Universitaria Fascista, de la Asociación <>, de la Unión Nacional Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y a Santuarios de Italia, de la Unión de Maestros <>. La procesión bajó desde la Plaza Solferino por las calles Pietro Micca, Via XX Settembre y desembocó en la Plaza de la Catedral, delante del representante del gobierno italiano y los Eminentísimos Maurin, Vidal y Barraquer, y Nasali-Rocca, con el arzobispo de Vercelli, Mons. Montanelli. El conde De Vecchi tenía a su derecha al gobernador Iraci y al secretario federal Andrés Gastaldi. Los otros puestos estaban ocupados por el embajador de Argentina, Cantilo; el mariscal de Italia, Giardino ((**It19.339**)) las autoridades políticas, civiles y militares, las damas nobles de la aristocracia y del patriciado. A las puertas de la Catedral otros Obispos, Canónigos y Sacerdotes. Enfrente había una amplia tribuna en la que se hallaba un centenar de personas. Se detuvo la urna unos minutos para dar tiempo a los Cardenales y Obispos a subir a los coches y entrar en la procesión. Reemprendió después la marcha y fue recorriendo lentamente la amplia avenida Regina Margherita, al brillo de la iluminación artificial de la ciudad y el trémulo llamear de las antorchas que llevaba el clero. íUn espectáculo fantástico! Dos hileras de tropa, situadas a lo largo del recorrido, bajo la lluvia desde hacía varias horas, se esforzaban por contener la marea de gente, que, tras los cordones, atestaba literalmente las amplias avenidas, apretándose hasta contra los mismos edificios y sirviéndose (**Es19.281**))
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