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((**Es19.251**) filiales ((**It19.300**)) peregrinaciones alcanzó un admirable remate, el día en que llegaban a la Urbe representaciones del orbe más numerosas que nunca. Pero vinieron a sumarse a la apoteosis religiosa y católica soberanas y reales participaciones con los más altos consentimientos nacionales y civiles. Su Majestad el Rey, con la bondad que siempre distinguió su Augusta Casa, quiso participar en la solemne ceremonia de San Pedro, haciéndose representar por S. A. R. el Príncipe Humberto de Saboya, el cual, con una cortesía verdaderamente real dirigió, la víspera de la canonización y después de la misma, a los humildes hijos de don Bosco palabras de soberana complacencia, que ellos guardarán esculpidas con caracteres indelebles en sus corazones. Es verdad, don Bosco pertenece a todo el mundo. Pero Italia tuvo la suerte de que naciera en ella. >>No le había acaso señalado el Papa Pío XI como la <> y como el <>? Y también el Jefe del Gobierno, el hombre providencial que rige la suerte de Italia, custodio vigilante de todo cuanto aumenta el honor y la fuerza del País, vio en don Bosco un digno y glorioso representante de la raza. Por eso, no sólo quiso que saliese desde la cumbre del Capitolio una palabra autorizada, fervorosa y solemne para gloria del gran italiano, sino que él mismo dio con su intervención personal un altísimo significado y valor a la manifestación, la primera de este género desde que la famosa roca alza la cabeza al sol de Roma. Nosotros que hemos conocido a don Bosco, sabemos lo mucho que tenía en su pensamiento esa armonía de sentimientos religiosos y patrióticos y lo grande que habría sido su júbilo si, en los tiempos que fueron los suyos, hubiese tenido como nosotros la suerte de ver en la propia patria el alba gloriosa de aquel 11 de febrero de 1929, cuando se firmó el Tratado de Letrán y se devolvía Italia a Dios y Dios a Italia. Estas memorables palabras encierran todo el pensamiento del gran Papa, a cuyo nombre irá indisolublemente ligado el recuerdo de la canonización de don Bosco. En efecto, él que conoció de cerca al canonizado y ponderó y comprendió a fondo su espíritu, ha puesto de relieve cabalmente y muchas veces este detalle particular, como providencial de la gran celebración, y, además, lo escribió en un famoso documento, destinado a toda la Iglesia, a los pocos meses de que el iris de la paz religiosa volviera a brillar en el cielo de Italia como nunca quizás desde Constantino. Hablo de la Quinquagesimo ante anno, donde, al enumerar las satisfacciones que Dios le había concedido durante su jubileo sacerdotal, declaraba haber sido un rasgo especial de la Divina Providencia, que el primero, para quien había decretado los honores de la Beatificación, después de firmada la ansiada paz con el Reino de Italia, fuese Juan Bosco, el cual, había hecho diligencias, en distintas ocasiones, para que se arreglase amigablemente la dolorosísima discordia que arrancó a Italia de los brazos paternos. ((**It19.301**)) Debemos a Pío XI la canonización, le debemos esta singular apreciación que eleva la misma canonización a la dignidad de símbolo de un gran suceso histórico, y le debemos también que haya delineado a intervalos con mano segura la extraordinaria personalidad del Santo. Antes de la Homilía Pascual, hasta veinticinco veces alabó públicamente al Siervo de Dios describiendo sus virtudes y sus obras y delineando su providencial misión. Pero el sentimiento del Papa brilló singularmente en la audiencia de ayer. íFue una audiencia memorable! Memorable por el lugar: <>: y ciertamente ofrecía San Pedro en aquel momento un aspecto del que quizás no se tiene ejemplo en la historia. Memorable por los que asistieron: jamás se había movido alrededor de los (**Es19.251**))
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