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((**Es19.207**) Antonio Muratori. Por consiguiente, su glorificación, cuyos primeros albores ya se ven en el decreto de hoy, suscita muy justamente el santo entusiasmo de las florecientes Repúblicas de América del Sur, entre las que hoy está dividido el vasto teatro del heroísmo de nuestros tres Venerables a orillas del Río de la Plata, esto es, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; todas esas naciones católicas, con sus Gobiernos y Pastores al frente, lo mismo que ardientemente lo han implorado, así saborean ya de antemano el gozo de poder honrar en ellos a los primeros Beatos Mártires de aquellas regiones: sobre todo al Venerable padre Roque González, por cuanto nació en la ciudad de Asunción del Paraguay y fue sacerdote secular antes de hacerse religioso de la Compañía, en la que ingresó huyendo de los honores de altos cargos eclesiásticos, y se convirtió luego en apóstol de las tribus habitantes a orillas del Río de la Plata, entre las cuales encontró la deseada palma del martirio, es verdaderamente hijo de América del Sur en todo el sentido de la palabra y será la primera flor roja indígena que sube a los altares, brotada y cultivada en su tierra, como es Santa Rosa la primera blanca flor de las vírgenes. No podían faltar en este tan extraordinariamente solemne Año Santo de la Redención, las palmas de los Mártires para formar corona al Divino Mártir del Gólgota. Y con humilde satisfacción y profundo reconocimiento, la Familia de San Ignacio da gracias de todo corazón, primero, al Dador de todo bien y, después, a Vuestra Santidad por el insigne favor de que tales palmas de Mártires, para enlazarse con la maravillosa floración de nuevos Santos y Beatos del Año Jubilar, hayan sido elegidos precisamente en el modesto jardín de la Compañía de Jesús. ((**It19.246**)) Beatísimo Padre: En este principio del nuevo año litúrgico que recuerda a todas las gentes la cuna del divino Redentor, en este día dedicado al gran Patrono de las Misiones, San Francisco Javier, el Beato don Bosco nos deja oír su lema, grito de angustia y de amor a la par: Da mihi animas, y los tres Venerables Mártires de América del Sur nos enseñan hasta qué punto se deben amar las almas redimidas con la Sangre del Hombre-Dios. A los pies de Vuestra Santidad, a la vez que agradecemos con toda el alma la alegría que hoy nos ha procurado, renovamos el propósito, que tan bien responde al espíritu del Beato don Bosco y de San Ignacio, de trabajar con todas las fuerzas, por la plácida conquista de todo el mundo para el Reino de Cristo, bajo la guía de su Vicario en la tierra. Dignaos, Beatísimo Padre, fortalecer estos nuestros propósitos con la Apostólica Bendición, que imploro para nuestras respectivas Familias Religiosas, para las naciones que se glorían en el Señor de estos nuevos héroes, para todos los presentes y para cuantos están unidos a nosotros con la mente y el corazón. Al referirse a los Jesuitas refugiados en Piamonte, el Padre Ledochowski hizo una alusión que merece ser comentada aquí. El año 1932 el Gobierno revolucionario de España, con una iniquísima ley, había desterrado a los Jesuitas del territorio de la república. Don Pedro Ricaldone, acordándose del ejemplo de don Bosco en similar coyuntura, ofreció a los novicios y estudiantes de la Compañía la casa salesiana de Italia que más les gustase; y ordenó además a los Inspectores (**Es19.207**))
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