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((**Es19.206**) En esta ocasión estuvo muy contento don Pedro Ricaldone de que tocase al Padre Ledochowski, General de la Compañía de Jesús, el honor de manifestar al Padre Santo el agradecimiento de ambas Sociedades. El venerando Padre General se acercó al trono pontificio, teniendo a sus lados a don Pedro Ricaldone y a los Postuladores y Abogados de las dos Causas, y leyó: Beatísimo Padre: Con particular emoción tomo la palabra ante la augusta presencia de Vuestra Santidad en esta faustísima circunstancia, en la que la divina Providencia ha suavemente dispuesto que tocase al humilde sucesor de San Ignacio el gran honor y la gran satisfacción de presentar a Vuestra Santidad el vivo agradecimiento de la doble vasta Familia del Beato don Bosco, por el Decreto que ya asegura los supremos honores de la canonización a su maravilloso Padre y Fundador. Pero, no son solamente sus hijos y sus hijas los que se alegran por su inminente glorificación: a ellos se asocian todos los alumnos y exalumnos de los Institutos salesianos, todas las almas beneficiadas por su labor apostólica, todos sus amigos y cooperadores; más aún, puede decirse que todo el mundo participa y participará en ello, porque se trata de uno de esos hombres verdaderamente providenciales, que marcan una época en la historia de la Iglesia y de la humanidad; uno de esos hombres que la misericordia de Dios suscita de tanto en tanto, pero con esa sapiente parsimonia que hace se los aprecie más porque son muy escasos; uno de esos hombres, de quien puede decirse con verdad que in omnem terram exivit sonus eorum et in fines orbis terrae verba eorum (su voz llegó a toda la tierra y sus palabras alcanzaron los últimos confines del orbe). Mi satisfacción al participar tan de cerca en la alegría de la Familia Salesiana, que hoy con tan gran fervor de obras, de misiones, de apostolado de toda suerte y en todos los campos, ha alcanzado uno de los primeros puestos en la viña del Señor; mi satisfacción, digo, aumenta pensando en la constante y genuina amistad que el futuro Santo tuvo siempre y manifiestamente demostró con la Compañía de Jesús y sus socios, recordando la profunda veneración que siempre fomentó ((**It19.245**)) y promovió en favor de los Santos de la Compañía, particularmente de San Luis Gonzaga y San Francisco Javier, amistad y devoción que dejó en herencia a sus hijos, los cuales, unidos a nosotros, quizá hoy más que nunca, por el vínculo de la caridad, aprovechan con fraternal deferencia toda ocasión para manifestarnos su afecto y su ayuda. Permítaseme aquí recordar de modo especial con profundo reconocimiento, lo que ellos, y el primero de todos su Reverendísimo Rector Mayor, han hecho por nosotros en las recientes adversidades de nuestra Compañía en España, y cómo y con qué cordialidad se esmeran por aliviar a los Padres y Hermanos que han buscado refugio en Piamonte. Junto al grande y conocidísimo Beato don Bosco se nos presentan hoy también tres humildes hijos de San Ignacio, poco conocidos ciertamente por el resto del mundo, pero que han llegado a ser populares en las tierras evangelizadas otrora por ellos y regadas con su sangre, y grandes sobre todo ante Dios por aquel título que, según San Ambrosio, valía por el más bello panegírico: Dixi martyrem, praedicavi satis (dije mártir, ya prediqué bastante). Los tres, pero principalmente su jefe, el Venerable Padre Roque González, son de los primeros fundadores de las famosas <> que hicieron célebre el <> del Paraguay, tan bien descrito por Ludovico (**Es19.206**))
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