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((**Es19.182**) ciencia, la preparación del estudio y son muchísimos los que no tienen idea de lo que don Bosco dio y dedicó al estudio. Había estudiado muchísimo y siguió estudiando extensamente por mucho tiempo y un día nos dijo lo que nunca había manifestado a nadie, pero que, al encontrarse con un hombre de libros y de biblioteca, le parecía debía decir: que tenía un amplio plan de estudios, un vasto plan de obras de historiografía eclesiástica. -Pero, añadía después, he visto que el Señor me llamaba por otro camino: quizás me faltaba la preparación de espíritu, de inteligencia, de memoria-. Y así pensó entregarse a la vida de caridad, al trabajo de la caridad, dedicándose a prodigar todos los tesoros y todos los estudios que había ido recogiendo. Pero eso explica cómo pudo escribir tantas cosas utilísimas, especialmente para la juventud, y no cosas de un grado científico especial, sino adaptadas a todos para poder llegar mejor al fin que aquel gran Apóstol se prefijaba. Una glorificación extraordinaria de don Bosco pareció la que hizo el Papa el día 9 de julio de 1933, cuando se leyó en su presencia el decreto sobre la heroicidad de las virtudes de Domingo Savio. No es posible aislar aquí los párrafos del discurso que contienen alabanzas a don Bosco; por otra parte, toda la exaltación del discípulo redunda de tal modo en honor del Maestro, que puede tener lugar en el presente capítulo la completa alocución. Y puesto que la palabra del Papa alude varias veces directa o ((**It19.215**)) indirectamente al saludo leído antes por el Rector Mayor, don Pedro Ricaldone, convendrá presentar éste íntegramente. Beatísimo Padre: La Familia Salesiana, postrada a los pies de Vuestra Santidad, celebra poder presentar su más fervorosa acción de gracias a Dios y a su Vicario, por la gracia recientemente concedida por la promulgación del Decreto reconociendo que el Siervo de Dios Domingo Savio -alumno del Beato don Bosco en el Oratorio de San Francisco de Sales de Turín- ha practicado las virtudes en grado heroico. Cuando se piensa en la perfección alcanzada, a tan corta edad, por Domingo Savio en la Escuela de nuestro Beato Padre y Maestro es para sentirse verdaderamente satisfechos y consolados en el trabajo cotidiano de nuestra modesta labor educadora, al ver los preciosos frutos que produce el método educativo santamente iniciado por el Beato don Bosco y legado en herencia a sus hijos: frutos que resplandecen con luz tan viva y completa en la persona de este jovencito, el fruto más ejemplar de aquel método y su más solemne confirmación. Los medios por él empleados para lograr que la labor pedagógica logre el desarrollo de la vida sobrenatural en el niño y en el adolescente, como debe hacer todo educador cristiano y como sapientemente ha puesto en evidencia Vuestra Santidad en la Encíclica Divini illius, son aptos, por tanto, no sólo para producir seguros frutos de una bondad ordinaria, sino también para elevar las almas juveniles a grados eminentes de santidad cristiana. Es verdad que, en este caso, concurrieron soberanamente a tal fin los especiales dones celestiales concedidos a Aquel que estaba llamado a ser el Apóstol de la juventud del siglo XIX; pero también es verdad que él señaló un (**Es19.182**))
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