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((**Es19.168**) altavoces colocados en el patio, en la plaza y en la avenida Regina Margherita que difundían al exterior cuanto se realizaba en el santuario; y más todavía, el primero y el tercer día, en los que la Radio transmitió las ejecuciones musicales. La magnífica iluminación cerraba cada día la jornada. Hay que decir que, a juicio de todo el mundo, las ejecuciones musicales resultaron dignas de Aquel que, desde los principios de su institución, había comprendido la importancia que tiene la música en la educación y formación de la juventud. Inicialmente estuvo confiada a sus propias fuerzas y a las de sus colaboradores, que desde el punto de vista del arte no estaban todavía en situación de hacer grandes cosas; pero había llegado el momento en el que surgieron maestros compositores de entre sus hijos. Lo mismo en Roma que en Turín demostraron y confirmaron los Salesianos su madurez artística con la creación de trabajos que merecieron las alabanzas de los competentes en la materia. Distinguiéronse entre todos Antolisei, Pagella, De Bonis, Hlond, hermano del Cardenal, y Dogliani. Se interpretó el Magnificat de De Bonis, de ricos y variados temas, sobre unas melodías felicísimas, como correspondían a su agradable estilo dotado de profundos estudios. Se cantó y admiró la Missa in honorem Beati Johannis Bosco, de Antolisei, a ocho voces, y la Missa solemnis XIX de Pagella, ((**It19.197**)) dedicada al nuevo Beato 1. El autor de esta segunda misa tuvo la feliz idea de servirse, para el Gloria, del tema de un villancico compuesto y puesto en música por el Beato en los primerísimos tiempos del Oratorio: Entonad con voz de júbilo. El coro de la Basílica de María Auxiliadora estaba formado por dos escuelas salesianas, una con ochenta y cinco tenores y bajos del Instituto teológico internacional de la Crocetta, amaestrados por don Juan Bta. Grosso, y la otra con ciento veinticinco sopranos y contraltos del Oratorio, preparados por Dogliani. Las interpretaciones fueron superiores a todo elogio por su extraordinaria frescura de voces y por su unión, su afinación y ductilidad a las indicaciones directivas. Raras veces pueden oírse audiciones musicales tan exquisitas y perfectas: no se podía celebrar más grandiosamente al celoso defensor de la música sagrada. 1 El maestro Tebaldini comentó, con su superior competencia, estas partituras de dos Salesianos. Sus recensiones quedaron inéditas, pero no deben perderse (Ap., Doc., 13). (**Es19.168**))
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