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((**Es19.140**) Por eso, os volvemos a ver con satisfacción, y con tanto más placer por cuanto volvemos a ver a don Bosco no sólo en el gran cuadro, que resplandeció en la Basílica de San Pedro, en aquel inmenso espectáculo de almas y de oración, por la glorificación de vuestro y nuestro Beato don Bosco; y en la ocasión en que hemos podido hablar a la inmensa familia salesiana, en el patio de San Dámaso; sino que volvemos a verlo en vosotros, que sois su porción elegida. En vosotros, teólogos de hoy, sacerdotes de mañana, exponente espiritual de la familia salesiana, de esa numerosa tropa formada por Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Alumnos y Cooperadores; en vosotros, futuros sacerdotes, esperanza de tantas almas, que ansiosamente aguardan la palabra de la verdad, la palabra divina del Evangelio, que saldrá de vuestros labios. En vosotros, queridos muchachos pequeños predilectos de nuestros antecesores, como lo sois de Nos y de don Bosco, el cual amó las almas de los pequeños como Nuestro Señor. Vosotros sabéis que las almas de los más pequeños son las predilectas de Nuestro Señor Jesucristo, y os aseguramos que también lo sois para Nos, queridísimos hijos de la Casa Madre, yemas de las primeras plantas, que don Bosco cultivó con tan solícitos cuidados. Antes de bendeciros queremos decir dos palabras a los unos y a los otros: pocas palabras que caerán en buen terreno, y que vosotros haréis fructificar, como os lo enseñó vuestro Padre, el Beato don Bosco. A vosotros, teólogos, a vosotros hijos de don Bosco y teólogos salesianos. Sois estudiantes de teología: estudiadla bien; es la ciencia de Dios a quien debéis llevar muchas almas. Teólogos salesianos, he aquí la palabra que os dirigimos: trabajad siempre, mas sin dejar la oración, la meditación, el espíritu de piedad, ya que, sin estas ayudas, no se puede trabajar útilmente para gloria de Dios. En efecto, así como una máquina, por muy perfecta que ella sea, por mucho brillo y poder que tenga, no funciona sin fuerza motriz, mientras que, cuando recibe el empuje necesario, trabaja expeditamente; así debe ser también para vosotros la oración y la meditación: he ahí el secreto para lograr que vuestras obras sean fecundas con frutos de santidad. Recordad que los frutos alborotados, faltos de recta intención y de la gracia, no son los que agradan a Dios. Amad, pues, la teología y procurad que os lleve a una vida de sincera piedad; pedid al Señor que os ayude a orientarla hacia estos sentimientos; de este modo compartiréis vuestros ideales. Amad, procurad que vuestra teología tenga amplia, profunda y eficaz aspiración ascética; sea la teología la base y la inspiración ascética; y sirva la ascética para la inspiración teológica. Y a vosotros, queridísimos jóvenes, una palabra más tierna y paternal. Os decíamos que así como Nos hemos tenido el placer y la satisfacción de glorificar a don Bosco, elevándolo al honor de los altares, ((**It19.162**)) así os toca ahora a vosotros glorificarlo y tributarle el correspondiente honor en la tierra. El Papa ha pensado en el honor celestial de don Bosco; los hijos del Beato deben pensar en el honor del Padre: Honor patris, filius sapiens. Pero vuestra sabiduría debe manifestarse en el espíritu, en la palabra, en las obras, en el trabajo de toda vuestra vida cristiana y en las relaciones sociales; en vuestras posiciones inequívocas, en vuestras conversaciones rectas y en todas las circunstancias de la vida. Entonces seréis verdaderamente hijos sabios y vuestro Padre estará en vosotros y será glorificado por vosotros. Queremos añadir una palabra más: todos debéis tener un profundo sentimiento de lo que sois. Filii sanctorum sumus, dice el escritor sagrado, palabras propias de los hijos de la Iglesia, de la gran familia Católica; pero que desearíamos tuvieseis siempre presentes vosotros, ejército salesiano, ya que el pensamiento de la santidad del Padre hace que los corazones de sus hijos se sientan santamente altivos y orgullosos. (**Es19.140**))
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