Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es19.116**) para la región piamontesa, Humberto Renda, en una circular del trece de marzo a los ayuntamientos, a los Directores de centros de Enseñanza Media de todo orden y grado, a los Reales Inspectores escolásticos y a los Directores didácticos había comunicado oficialmente la próxima elevación al honor de los altares del Venerable don Bosco y, haciendo notar sus méritos en el campo educativo de la juventud, disponía que, antes de las vacaciones de Pascua, se recordase expresamente en todas las escuelas al amigo y maestro de los muchachos. En las escuelas elementales debía hacerse una conmemoración por el maestro de la clase, en los centros de enseñanza media por el profesor de literatura de cada curso, en las escuelas de magisterio por el profesor de filosofía. El Delegado provincial hizo todavía más. Para animar a los docentes que dependían de él a ir a Roma, los autorizó para aprovechar el permiso de una semana durante las fiestas romanas. Como ya se acercara la fecha de la beatificación, el cardenal Gamba, arzobispo de Turín, dirigió al clero de la archidiócesis una carta, en la que escribía: <>. Ordenaba, pues, que el domingo, dos de junio, tocasen a fiesta las campanas en todas las parroquias ((**It19.132**)) hacia el mediodía para comunicar a los fieles la llegada de la beatificación y que, por la tarde, previo aviso al pueblo, se cantase el Te Deum; además, que, al siguiente domingo a la misma hora, se repitiese el toque festivo de campanas para celebrar el solemne traslado del cuerpo. El cardenal Gamba, que fue alumno del Oratorio de Valdocco, conservaba sumo afecto a la memoria de don Bosco, de quien hablaba siempre con sincero y fervoroso entusiasmo. >>Acaso no quiso unirse a los portantes del féretro, desde el nicho hasta la terraza superior, aplicando sus manos para sostener el ataúd? El Santo, a quien no habían escapado las bellas dotes del jovencito, habría deseado hacerlo uno de los suyos; pero, vista la necesidad de no dejar sola en el mundo a su madre viuda, no puso obstáculos al plan de ingresar en el seminario arzobispal, limitándose únicamente a decirle que, cuando ya no tuviese que pensar en la mamá, volviese al Oratorio, donde le recibiría con mucho gusto. Pero sucedió que, cuando la madre voló al paraíso, el hijo ya era Obispo de Biella. Naturalmente también él partió para Roma. (**Es19.116**))
<Anterior: 19. 115><Siguiente: 19. 117>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com