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((**Es18.78**) -Usted no se arrodille. Una molestia en las piernas no le hubiera permitido arrodillarse, sino con esfuerzo extraordinario; pero >>quién se lo había dicho? El hecho no dejó de producir sorpresa y emoción. MIERCOLES, 15 DE ABRIL En la mañana de hoy, hubo muchísima gente en la misa de don Bosco, que distribuyó la comunión a unas doscientas personas. Al mediodía, doña Dorotea le proporcionó una tranquilizadora distracción en su magnífica villa, rodeada de un extenso parque, y con un jardín hermoseado con variadas especies de animales exóticos. Al subir la escalera que llevaba a las dependencias de la casa, pasó ante un gran espejo en el primer rellano. Don Bosco, dirigiéndose a los que habían salido a su encuentro, dijo: -Habrá que acordarse después de invitar también a la comida a estos otros señores. Y señalaba a los que se reflejaban en el espejo. Riose la ocurrencia, que le dio ocasión de referir amenamente la anécdota que le ocurrió en Marsella, unos años antes, en una tienda de ropas. Había él llevado consigo al abate Martín, cura de la parroquia de la que dependía la casa de La Navarre. Era un hombre de la más sincera sencillez; al encontrarse frente a un gran espejo, confundido y distraído, quitóse el sombrero para saludar al sacerdote que creía haberse encontrado enfrente, cuando no era más que su propia figura. A su vez, el imaginado forastero le había correspondido al saludo. El buen sacerdote volvíase ((**It18.81**)) hacia la puerta y seguía el ceremonial: -Pase usted, decíale gesticulando. Y el otro repetía los mismos gestos sin hablar. -No, no, insistía el sacerdote; por favor, pase usted primero. La escena duró un ratito, mientras don Bosco se había colocado, de modo que el espejo no pudiera reflejar su persona, y reía con gusto. Rieron también aquellos señores, oyéndole el gracioso relato. Cerca de la villa había un colegio de niñas de la aristocracia, dirigido por las Religiosas del Sagrado Corazón. Y, como se lo pidieran, fue a visitarlas. Toda la comunidad bajó a recibirlo en la portería, mientras las alumnas esperaban en la terraza delante del salón de estudio. Se habían reunido, además, bastantes eclesiásticos y otras personas para verlo de cerca y recibir su bendición. Avanzaba él a paso lento,(**Es18.78**))
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