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((**Es18.684**) <>. (Aplausos.) Pues bien, señores, las reglas que don Bosco traza en sus opúsculos se resumen en la comunión, lo más frecuente que sea posible. ((**It18.811**)) Estas reglas trazadas por el santo fundador no son letra muerta en las casas salesianas, sino que se siguen totalmente. Me ha extrañado oír que se pueda creer que los defensores de la comunión frecuente no se preocupan para nada de las condiciones de una buena preparación, al extremo de que la comunión se reduciría a la simple recepción, más o menos piadosa de las Santas Especies. Muy al contrario, el celo por preparar a los muchachos para comulgar bien, debe crecer en razón directa o, para mejor explicar mi pensamiento, en proporción geométrica del celo que se emplea para atraerlos a la Santa Mesa. Sin duda, de acuerdo con todos los maestros de teología, no es preciso exigir mucho, en la recepción frecuente, unas disposiciones por encima de las fuerzas humanas, y no olvidar jamás que los sacramentos, hechos para los hombres, actúan ex opere operato, siempre y cuando no sean recibidos indignamente; pero nos parece que el director espiritual está obligado a poner más celo por obtener una voluntad mejor. Habría que llevar siempre a la discusión de una tesis la sinceridad de no dividir lastimosamente las dos partes indivisibles de la proposición del adversario. Nosotros pedimos y es lo que pedía don Bosco: la comunión frecuente conjuntamente con el mayor celo posible para disponerse a recibirla cada vez mejor. Es así como en las casas salesianas la comunión se convierte en el medio de toda disciplina, una comunión continuamente puesta ante los ojos del muchacho para reavivar en su alma el sentimiento del respeto, del reconocimiento y del amor que debe a Dios, que ha entrado a habitar en su corazón. Se le hace entrever la comunión próxima para hacerle soñar en los cuidados que está obligado a tener en cuenta para prepararse a ella. Se ha dicho esta mañana en la segunda sección que, en cierto colegio, por cierto bueno, no hubiera podido permitir el director normalmente una comunión tan frecuente. No quiero discutir y tampoco preguntaré si la norma de la comunión mensual, generalizada, sin embargo, en nuestros colegios, no ha inspirado nunca los mismos temores por los inconvenientes que se podrían seguir particularmente con la comunión más frecuente en ciertos colegios; pero he aquí dos reglas absolutamente prácticas que se me dieron, como el secreto para prevenir las comuniones menos dignas, a las que se da una importancia capital en las casas salesianas. La primera consiste en que no se permita nunca que los muchachos se acerquen a la Santa Mesa por orden de bancos. Hay que evitar que un muchacho, por miedo a ser reconocido o solamente mirado como culpable o menos bueno, pueda nunca verse moralmente forzado a hacer la menor capitulación con su conciencia: ése sería el caso, sin embargo, de un muchacho que tuviera que quedarse aislado en su sitio durante todo el tiempo en que los compañeros que se encuentran a su lado, estuvieran ante el comulgatorio. 1 Don Miguel Rúa le había enviado: 1.° El Joven Instruido (El joven cristiano, en las últimas ediciones españolas), señalando la instrucción que hay en él sobre la Comunión frecuente. 2.° El Reglamento para las casas de la Sociedad de S. Francisco de Sales, señalando lo que en él se lee sobre la frecuencia de los Sacramentos, en el apéndice sobre el sistema preventivo. El abate explica en una nota los párrafos traducidos al francés. (**Es18.684**))
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