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((**Es18.672**) libertad de acción y, sin embargo, sin ningún desorden. Aquellos muchachos del pueblo no habrían sido llevados a ningún otro colegio. De vez en cuando se veía a uno u otro que, dejando los alborotados juegos, se escapaba para ir a hacer una corta oración en la iglesia vecina al patio, y resultaba verdaderamente emocionante contemplar con qué fervor cumplían aquel acto de devoción espontánea. Es imposible no impresionarse ante la maravillosa conducta que los excelentes padres Salesianos han sabido dar a sus muchachos recogidos de todas partes. Hasta han logrado quitarles esa innata inclinación de los italianos a tender la mano. Es un detalle muy característico, pues, habiendo hecho algunas compras en la librería, servida por tres jóvenes de unos quince años con una seriedad y celo encantadores, me costó mucho que aceptaran para la hucha de los domingos unas monedas que, a toda costa, querían devolverme. No sabría cómo decir lo respetuosas, amistosas y cordiales que son las relaciones entre aquellos jóvenes y sus maestros; es algo verdaderamente paternal. Por otra parte, parecen muy orgullosos de sus excelentes Padres. Así, habiendo preguntado al chaval que me hizo pasar (ya que falta un portero <>) si el Superior hablaba francés, me respondió con su aquél de vanidad, tan simpático: -Creo que sí: habla todas las lenguas. Al ver unos jóvenes tan felices, tan bien preparados para llegar a ser miembros útiles de la gran familia humana, me preguntaba cuántos de ellos, sin esta admirable institución, hubieran sido víctimas del vicio y del crimen y hubieran ido a engrosar las filas ya tan numerosas de esos revoltosos que encuentran mal hecha su vida y dicen que hay que volver a hacerla. La multitud, estúpida y hastiada de todo, no tiene para estos humildes religiosos que se entregan en cuerpo y alma a esta obra sublime de regeneración, más que indiferencia, desprecio e injusticia, cuando esta misma multitud cubre de oro y aplausos a los literatos que corrompen inteligencias y corazones, revolviendo los bajos fondos del pueblo para instalar cínicamente todas las vilezas en sus inmundos escritos. Mi pensamiento volaba a esos monjes que hace trece siglos salvaron a la humanidad, cuando todo rastro de cultura parecía sumergido bajo las olas sangrientas de las invasiones bárbaras. Las abadías de Gales y Germania civilizaron a nuestros padres con la oración y el trabajo, como don Bosco lo hace con estos salvajes de nuestras grandes ciudades modernas, cuyos feroces instintos nos ha descubierto la <> de París. Se puede preguntar si los rudos hijos de la floresta no serían menos refractarios a las influencias moralizadoras que los blancos golfos de nuestras capitales. Ora et labora fue siempre y en todas partes la divisa de la fe y de la caridad cristiana. Sí, la Iglesia es, sobre todo para los desheredados del mundo, una madre y una madre siempre joven y siempre fecunda... ((**It18.797**)) II Fácilmente se comprende lo mucho que yo deseaba tener el honor de ver a don Bosco, el cual quiso recibirme, gracias a una alta y bondadosa recomendación. Para llegar a él, tuve que subir muchas escaleras y, una vez allí, bajo el desván, entré en una modestísima habitación. Me llamaron la atención, sin embargo, dos magníficos cuadros a pluma, los cuales atestiguan que, si la finalidad de la institución es la de formar artesanos, también se encuentran en ella artistas. Me encontraba en presencia de los principales colaboradores del fundador: uno era el reverendo don (**Es18.672**))
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