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((**Es18.564**) Cuando yo le pregunté cuál era su secreto para dirigir y gobernar con tan escaso personal un número tan grande de muchachos, usted me respondió: -Les inspiramos el temor de Dios. Pero eso nos es más que el principio de la sabiduría. Yo, en cambio, querría saber cuál es su método para llevar las almas a la cumbre de la sabiduría, que es el amor de Dios. En una de las conferencias espirituales con los sacerdotes reunidos para el retiro mensual, hemos hablado sobre el método empleado por San Vicente y por San Francisco de Sales para dirigir las almas a la perfección; hemos llegado a comprobar que San Vicente metía el alma anonadada ante la majestad de Dios para confiarse y darse totalmente a El, para extender todo lo posible a la caridad divina, y que San Francisco de Sales se conformaba con proponer a todo el mundo la manera sencilla de buscar en todo el dar gusto a Dios. Y hemos concluido que el método de San Vicente podía emplearse con las almas generosas, pero que el de San Francisco, por ser más fácil, podía emplearse con todo el mundo y así llevar más almas a la perfección. >>Sería tan amable que me dijera, usted, reverendo y querido Padre, que tan bien ha estudiado a estos dos grandes santos, si nosotros hemos dado en el clavo con nuestros juicios? Todos nuestros sacerdotes recibirían muy bien una palabra suya sobre el particular. No hemos olvidado a sus dos amables compañeros de viaje. Ruégole presente nuestros respetuosos saludos a don Miguel Rúa y nuestra cordial simpatía a su querido y joven discípulo. Acepte, muy honorable y querido Padre, la expresión de nuestros más respetuosos y afectuosos sentimientos con el recuerdo de la amistad de San Vicente de Paúl y San Francisco de Sales. Seminario Mayor de Montpellier, Fiesta de la Visitación, 2 de julio de 1886. DUPUY, paúl, Superior del S. M. P.D.-He recibido varias peticiones de gente que me ofrece huérfanos para que usted los ampare. Son perlas preciosas destinadas a la Jerusalén celestial, con las que, si las recibe, puede usted alcanzar el cielo. Son pobres y no tienen ningún apoyo, ni siquiera el mío, que estoy cargado con muchos seminaristas. Creo, por otra parte, que es ése el único certificado que usted pide: sicut aves coeli qui non seminant... neque metunt (como las aves del cielo que no siembran... ni siegan). ((**It18.657**)) 21 (el original en francés) Estancia de San Juan Bosco en el Seminario Mayor de Grenoble (mayo 1886) Don Bosco, a su vuelta de España, donde había visitado Barcelona, y del sur de Francia, donde Montpellier, Tarascón y Valence le habían tributado un entusiasta recibimiento, llegó a Grenoble, que era, según creo, la última etapa francesa de este gran viaje. Presentóse en el Obispado, y, como estuviese ausente S. E. Mons. Armando (**Es18.564**))
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